Capítulo 1 – un matrimonio a la fuerza.

–¿Por qué estás tan agitado, Dante? – preguntó Emma, que tenía sus pechos redondos y erectos pegados al torso de Dante que respiraba con dificultad por la excitación de la noche que estaba viviendo. 

–Acabo de tener una discusión con tu hermano – respondió.

Los padres de Dante, que no entendían que demonios hacia él, un hombre de treinta años abrazando y mimando a una chica diez años menor, se aburrieron del espectáculo y entonces caminaron hacia el auto que estaba esperando para llevarlos a la casa familiar, Dante no solía quedarse a menudo en casa de sus padres, sin embargo, había estado tan atareado con todos los preparativos de esa noche que había estado necesitando la ayuda de su madre, quien insistió en que pasara unos cuantos días en casa.

–No tardes demasiado, Dante, nunca me ha gustado el circo – siseó entre dientes el viejo Axel.

–¿Por qué has peleado con mi hermano? – los ojitos de Emma, que eran de color azul como el cielo, lo miraron con dulzura esperando a una respuesta del hombre.

–Ya te enterarás, pequeña, solo quiero que sepas que lo que haya pasado entre él y yo, no cambia nuestra amistad. Irás a casa mañana a tomar café conmigo, ¿verdad pequeña? – le preguntó, poniendo en marcha el maquiavélico plan que su cabeza ya estaba trazando.

El corazón de Emma se emocionó, sus rodillas comenzaron a temblar y sintió que todos los vellos de su cuerpo se pusieron en punta, Dante Neville no había olvidado su pequeña tradición de tomar café en el jardín de su casa. Sin duda alguna, había pasado tiempo desde la última vez en que se habían visto, sin embargo, los sentimientos de Emma seguían tan vivos como aquella vez en que se despidió del mejor amigo de su hermano.

La pequeña creyó que el tiempo separados ayudaría a olvidarse de Dante, un hombre que ella jamás podría tener. Emma había intentado conocer a otros hombres, ya tenía diecinueve años y estaba en la edad perfecta de enamorarse, sin embargo, se encontraba a sí misma comparándolos contantemente con Dante, buscaba sus ojos en los de los chicos que la cortejaban, sin duda alguna Dante tenía los ojos más lindos que ella hubiera visto jamás, una mezcla de verdes y amarillos que le derretían el alma.

–Por supuesto que voy a ir – ella le sonrió, sus mejillas se inflaron y se pusieron rojas en cuanto él la agarró de la mano.

–Me alegra volver a verte, Emma – Dante se agachó ligeramente y le dio un beso muy cerca de la comisura de su boca, haciendo que las cosquillas atravesaran toda la espina dorsal de la chica – contaré los minutos para verte mañana – sentenció el hombre, antes de alejarse de ella y meterse dentro del auto donde esperaban sus padres.

Emma se llevó una mano al pecho y parpadeó con fuerza, necesitaba convencerse de que eso que estaba sucediendo era real, no se perdonaría a si misma caer en una de las muchas fantasías en las que siempre se aparecía Dante. Cuando la chica volvió a abrir los ojos se dio cuenta de que no era un sueño, había regresado a casa y tenía el tiempo libre suficiente para poder rondar a Dante, no importaba si tenía que admirarlo desde la distancia, con solo verlo era suficiente para ella, aun cuando sabía que sus posibilidades con Dante eran prácticamente nulas.

Pero la pobre Emma ignoraba un detalle, a partir de ese momento, Dante enfocaría sus esfuerzos en conquistarla, en encargarse de hacerla suya y después destrozarla, tal cual como Ezra había hecho con él. Le daría su confianza y después se la arrebataría de la forma más cruda.

–¿Qué tanto hacías con Emma, hijo? – preguntó Briana, pero Dante la ignoró y no respondió.

–No tienes que preocuparte de nada, Dante, yo me encargaré de que la familia de Valeria pagué por lo que hizo, la familia Darcy sufrirá las consecuencias, los dejaré en la calle como a los perros y me encargaré de Ezra también.

Dante se mantuvo en silencio el resto del viaje, a pesar de lo que había dicho su padre, él sentía que no era suficiente, necesitaba cobrar por mano propia el daño que habían causado Valeria Darcy y Ezra Astley.

Dentro de la casa de los Darcy, la situación no parecía mejorar, Henry estaba echando humo por las orejas, Antonia no cesaba de llorar, y por si fuera poco, Valeria no había hecho más que encargarse de curarle las heridas al hombre del que irremediablemente se había enamorado.

–¡Es una bestia! ¡No puedo creer como te hizo esto! – Valeria se dio cuenta de que la sirvienta no le estaba limpiando con suficiente suavidad las heridas, así que la empujó y ella misma se arrodilló a su lado para quitarle la sangre que le cubría el rostro – no tenía que comportarse como un cavernícola – siguió despotricando de su exnovio, al tiempo en que pasaba el algodón por el rostro de Ezra.

–¿Qué querías que hiciera, Valeria? ¡Le gritaste en sus narices que lo traicionaste con su mejor amigo! ¿De verdad era necesario? ¿No podías simplemente mantener la puta boca cerrada? – la regañó su padre.

–¡No! – ella se puso en pie únicamente para encarar a su padre – no voy a sacrificar mi felicidad, lo siento si dañé tus negocios con Axel Neville, pero ¡Amo a Ezra! Y eso es lo único que me interesa.

Henry paseó alrededor de la sala de estar, haciéndose de todos sus esfuerzos por no darle una bofetada a su hija, que era lo único que deseaba hacer.

–¡Qué bueno que estés tan enamorada! Porque vas a casarte con él.

–¡¿Que?! – Ezra abrió los ojos con sorpresa, a pesar de que le dolía el golpe que Dante le había dado en la parte izquierda – no puedo casarme con Valeria – rechistó, a sabiendas de que no estaba enamorado de ella.

Lo que había pasado entre Valeria y él había sido un simple desliz de una noche, no iba a negar que Valeria era una chica jodidamente sexi y él siempre se había sentido provocado por ella, sobre todo por aquellas ocasiones en que llegaba de sorpresa a casa de Dante y la encontraba usando una simple camisola que dejaba al descubierto gran parte de su perfecta y femenina silueta, pero él nunca había sentido nada más por ella, era solo deseo sexual, Ezra no sentía ni una gota de amor por Valeria Darcy.

–Lo que has escuchado – Henry se aceró a él de forma amenazante – vas a casarte con mi hija, ¡Ustedes dos cometieron una estupidez cuando se involucraron así que ahora pagaran las consecuencias! – sentenció – te casaras con ella y te encargarás de pagar todas las deudas que esta familia tiene, esa es solo una de las formas que tienen los dos para resarcir el daño causado.

Valeria sonrió embelesada y entonces se acercó a Ezra para susurrarle – a mí no me molesta la idea de casarnos, vivir juntos y formar una familia.

Ezra la miró como si ella estuviera completamente desquiciada, le quitó el algodón de la mano a la fuerza y entonces se limpió a si mismo la sangre que seguía corriéndole por la nariz.

–Henry, no creo que esa sea la solución…

–No me interesa lo que creas o no, ¡He dicho que van a casarse y eso es lo que harán!

Valeria chilló emocionada por la idea, contrario a Ezra que estaba comenzando a desesperarse, una vida con Valeria parecía un infierno.

–¿Hola? – Emma entró en el salón y se dio cuenta enseguida de la tensión que había entre todos – ¡hermano! ¿Qué te paso? – corrió hacia Ezra – ¿Qué ha pasado aquí? ¿Por qué todos parecen tan alterados?

–He tenido una discusión con Dante.

Ella tragó saliva e intentó esconder el color que se le había subido a las mejillas al recordar el beso que Dante le acababa de dar. 

–Valeria, ¿Por qué no te fuiste con Dante? – siguió cuestionando la pequeña.

–Dante y yo hemos terminado. Me casaré con tu hermano – avisó.

Emma no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando, sin embargo, no podía dejar de pensar en lo que significaban las palabras de Valeria. Dante estaba soltero, por primera vez desde que lo conocía él era un hombre libre.

¿Será que tenía alguna posibilidad de enamorar a un hombre que era 10 años mayor que ella? ¿Lograría demostrarle a Dante que ella era la mujer que necesitaba? Sin duda alguna lo descubriría más tarde que temprano.

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