—Este lugar es realmente increíble. —
Aquella noche en el restaurante chino, Arianna apreciaba los detalles asiáticos que tenía aquel restaurante al que Leonardo Prego la había invitado para cenar.
—Y espera a probar el pollo agridulce, te aseguro que es una verdadera delicia al paladar. — aseguró Leonardo.
Arianna sonrió, y mirando al hombre que tenía delante se sintió reconfortada; Leonardo comenzaba a ganarse su gratitud y confianza, más sin embargo no podía ni quería mirarlo como nada más que un buen amigo que había regresado a su vida después de mucho tiempo.
—Bueno, ¿Entonces que estamos esperando?, probemos ese pollo. — respondió Arianna.
Leonardo observó con atención a la hermosa mujer de cabellos castaños. Por supuesto, Arianna no lo vería como nada más que un viejo amigo, no era ningún tonto; ella estaba muy herida por la traición que le había hecho su hermano gemelo, y aun cuando ellos no eran iguales…si tenían el mismo rostro, y para Arianna eso debía de resultar doloroso.