Alexis se precipitó hacia Franchesca, quien había tropezado y caído al suelo, su expresión de sorpresa rápidamente transformándose en una mueca de preocupación. La ayudó a levantarse, sus manos firmes en sus brazos mientras la miraba con inquietud.
—¿Estás bien? —Preguntó, su voz cargada de preocupación, pero también de una rabia latente que comenzó a dirigirse hacia Linda.
Al darse la vuelta, su mirada se endureció al posarse sobre ella. —¿Qué demonios te pasa, Linda? ¿Por qué no puedes dejarla en paz? —Gritó, su tono cruel y acusador. Linda sintió que su corazón se hundía ante la ferocidad de sus palabras.
—Alexis, yo solo... —Comenzó a decir, pero él la interrumpió.
—¡No, tú no entiendes! —Exclamó Alexis, su voz resonando en la sala. — Siempre estás haciendo esto. Siempre interfieres con tus niñerías. ¡Deberías de madurar de una maldita vez! —Exclamó colérico.
Franchesca, aún con una expresión de dolor fingido, se interpuso entre ellos. — Alexis, por favor, no le hables así. Linda