Capítulo 3

Mi día pasó como pensé que sería, yo fui la encargada de hacer lastimosamente los trabajos más duros en la casa, por haber rechazado la petición del señor Madison. Así que mis tareas fueron tirar la basura de toda la mansión, limpiar todos los baños de la mansión y también estaba encargada de limpiar los establos, lo cual fue bastante duro, ya que tuve que limpiar el estiércol de los caballos negros y realmente refinados del señor Madison.

Cuando termine mi turno, estaba totalmente destruida, mis pies y todo mi cuerpo me dolían y pulsaban como nunca, sabía que el trabajo sería difícil pero nunca pensé que este trabajo sería tan duro para mí.  

Hasta que llegue a casa encontrándome con algo que no esperaba. La puerta de mi departamento estaba abierta, eran las once de la noche, sabía que algo malo había pasado. Corrí con rapidez dentro de la casa, notando que la casa estaba patas arriba, todo lo que teníamos estaba destruido.

–¡Alison, Alison! –Grité con fuerza el nombre de mi hermana, mientras corría como loca por todo el lugar, hasta que la encontré escondida en un pequeño closet en mi habitación. –Alison, ¿Qué fue lo que paso? –La abrace con todas mis fuerzas, mientras ella lloraba y temblaba.

–Los vecinos Thomson me vieron llegar de la escuela, y me preguntaron si estabas en casa, a lo cual yo contesté que no. Así que cuando estaba haciendo mi tarea, ellos entraron a la casa y se llevaron el dinero que teníamos ahorrado.

Yo de inmediato solté a mi hermana, para correr hacía la habitación que era de mi madre, encontrándome con la caja de los ahorros de la universidad de mi hermana, tirados en el suelo. Tome de la caja que tenía un candado roto, viendo que no había ni un centavo dentro de este. Y a pesar de ser una mujer con fuerza, no dude en llorar al ver todo mi mundo destruido.

Sabía que no podíamos pasar la noche aquí, pudieron haber violado a mi hermana, mientras yo estaba trabajando y pensando en tonterías. Estaba claro que este lugar no era seguro para mi hermana, así que tuve que hacer, lo que tenía que hacer.

Llame al señor Madison.

Con rapidez hice mis maletas, solo recogiendo lo esencial, sabía que necesitábamos dejar la casa lo más rápido posible. Alison hizo lo mismo, solo tomo lo esencial en su maleta para llevarla consigo. Al terminar, tome la mano de Alison para salir de la casa con mucha cautela, porque ese par de hermanos pueden regresar y hacernos algo peor, lo sabía porque lo habían hecho con otros vecinos.

Al estar afuera de los departamentos, vemos como una camioneta BMW esta parada con las intermitentes prendidas. De inmediato un hombre de traje negro salé de esta, para auxiliarnos.

–¿Señorita Sofí? –Me pregunta el joven de color, quitándose sus anteojos negros, para ver nuestras caras de espanto.

Yo solo asentí con la cabeza, mientras miraba detrás de mí, preocupada porque no siguieran.

–No se preocupen, ya estoy aquí. –El hombre trata de tranquilizarme, tomando nuestras maletas para después encaminarnos a la camioneta.

Fue realmente reconfortante sentir el calor que hacía en el auto, comparado con el frio de la noche. Mi hermana no dejaba de temblar, al igual que yo, pero en medio del camino ella termino rendida, durmiéndose en mi regazo mientras yo acariciaba de su cabellera rubia.

Al llegar a la mansión Madison, me puedo dar cuenta que todas las luces de la mansión están prendidas, cuando deberían de estar apagadas, ya que era muy tarde, pero después me pude percatar de la verdadera razón de que las luces estuvieran prendidas.

El señor Madison me estaba esperando en la entrada del recibidor de la mansión, vistiendo una bata color vino, mientras que traía puesto unos mocasines de ese mismo color. Su mirada penétrate me miraba desde los pies hacía la cabeza, mientras que había algo en él que me causaba algo de curiosidad.

Cuando estuve a unos pasos de él, no dudo en escuchar su voz.

–¿Se encuentra usted bien? –Pregunta preocupado.

Yo solo asentí con la cabeza mientras trataba de no mirarle a los ojos.

–Sí. –Contesté un poco avergonzada, ya que al final terminé en su casa.

Mi hermana estaba completamente cansada, tanto que cuando miró al joven Madison su mirada cayo.

–Jackson. –Máximo llamó la atención del mayordomo. –Lleva a esta pobre joven a dormir.

Jackson tomó de los hombros de mi hermana, para poder acompañar a la adormilada joven a las habitaciones de servidumbre.

–Lo lamento… –Me disculpe de inmediato, al ver como mi hermana y Jackson dejaban el lugar.

–¿Qué lamenta? –Pregunta alzando la ceja el hombre de voz gruesa.

–Le dije que no podía con el trabajo, pero véame ahora.

Máximo de inmediato suspiro mientras cruzaba los brazos y me miraba.

–¿Eso quiere decir que va a aceptar el trabajo? –Sus ojos felinos me miran con interés.

Yo miró el suelo sintiéndome avergonzada, tenía que aclarar que era una joven orgullosa y obstinada. Muerdo mis labios llamando la atención del bello joven, que de inmediato abre los ojos de par en par, al ver las reacciones que tengo. Y para no mantenerme más agobiado al joven Máximo, solo dije:

–No tengo en donde vivir en este momento, así que es obvio que acepto el trabajo.

La respuesta solo le hizo mofarse un poco, ya que quizás no era lo que esperaba.

–No le diré que me alegra que le haya pasado tal barbaridad. –Y lo cumple. No demuestra ninguna emoción al hablar. –Pero solo le diré que agradezco que tome el puesto.

El hombre estaba dispuesto a volver a su alcoba, pero antes de eso me avisa.

–Los detectives ya están en su vieja casa, así que no se preocupe, atraparemos a esos idiotas. –Y sin más, entra de vuelta a su habitación.

No puedo negar que fue vigoroso tener esa conversación, ya que, por primera vez en mucho tiempo, había alguien que se preocupaba por mí. Pero a pesar de que por fin me sentía segura, en esta enorme casa que pertenecía al joven Máximo, esto no quería decir que podía relajarme y pretender que era mi casa, no podía simplemente sentirme cómoda en este lugar.

Voy a las alcobas en donde duerme la servidumbre, no puedo decir más que ya se bien el camino. Al llegar a la tercera habitación, veo como Jackson le esta poniendo una frazada encima a mi hermana. Yo de inmediato lo interrumpo, ya que veo como la mira. Esa mirada de deseo penetraba de sus ojos, así que antes de que la manta cayera encima de su cuerpo, detengo las manos de Jackson.

–Le agradezco, yo me encargare. –Le miré con fuerza, casi celosa de que pudiera tener algún interés en ella.

El joven parpadea reconociendo que estaba perdido en la belleza de mi hermana.

–Lo lamento. –Se disculpa para caminar nervioso hacía la puerta. –Buena noche.

Al parecer él ni siquiera se reconoce.

 Dejo de ser un tipo petulante, para demostrarme a un tipo que ha caído en tentación enfrente de una joven tan hermosa como lo es mi hermana.

Paso mis manos cansadas por su frente, espero que este soñando cosas buenas, ya que debió de estar bastante asustada cuando ocurrió el asalto. Pero no podía solo lamentarme, así que camine hacía el baño para tomar una ducha bastante caliente.  Todo mi cuerpo me dolía, era como si estuviera desacostumbrada a tanto trabajo, pero tengo que admitir que este trabajo es más duro de lo que pensé.

Al salir del baño solo usando una toalla, veo que Jackson esta de nuevo en la habitación, ahora luciendo un poco más serio, volviendo a la misma posición arrogante de antes.

–Usted deberá dormir en otra habitación. –Me avisa mientras yo intentó que la toalla no se caiga al suelo.

–¿Acaso cree que puede entrar por esa puerta sin avisar? –Le dije molesta mientras veo como el agua cae de mi cuerpo hacía el suelo.

–Lo lamento, pero aunque le moleste debo avisarle antes de que se acomode en esta habitación.

–Bien. –Dije con enojo acercándome a mi hermana, intentando despertarla para que viniera conmigo.

–Su hermana dormirá en esta alcoba, usted tendrá una habitación diferente. –Me avisa antes de que despertará a Alison.

–¿De que habla? –No entendía lo que estaba pasando.

–Ha subido de puesto y como sirvienta personal, deberá de dormir en la alcoba que esta al lado de la del señor Máximo. –Me avisa para después dejar la habitación con rapidez.

Esto era una completa estupidez, pero me prometí a mi misma que no iba rezongar, solo porque habían sido muy generoso en recibirme. Así que bese la frente de mi hermana, para tomar mis cosas y mudarme a la habitación que estaba al lado de la del jefe.

La demás servidumbre me ayudo a cambiarme, dándome cuenta que me estaría alojando en una habitación bastante hermosa.

–Esto es demasiado. –Murmuré mientras la servidumbre ponía mis maletas sobre la cama.

–No lo es. –Escucho la voz inolvidable del jefe,

–¿Sigue despierto? –Pregunté realmente sorprendida de verlo una vez más.

–No suelo dormir mucho, es por eso que la necesito como mi sirvienta personal.

–¿Cómo que no duerme mucho? –Pregunté consternada.

Jackson y otros sirvientes estaban en el lugar, así que el hombre decidió no decir nada y solo sonreír.

–Cuando termine de instalarse, venga a mi despacho.

El joven Maximo se va del lugar sin decir ni una palabra más, era como si no quisiera compartir mucho de él con las demás personas.

–Aproveche este momento. –Escucho la voz de Jackson, en cuanto la servidumbre termina de acomodar mis cosas en la habitación. –Para el jefe todos son desechables, cometa un error y terminara despedida.

Yo simplemente no quería seguirle el juego, solo lo mire con una mirada pesada, ya que su comentario realmente me molesto, así que solo decidí cerrar la puerta de la habitación enfrente de sus narices.

La habitación era hermosa, con un suelo de madera y una cama realmente cómoda, con sabanas que se veían realmente caras. La hermosa habitación tenia una vista al bello jardín, pero tenia que dejar de fantasear, no debería sentirme como una princesa, ya que la habitación parezca pertenecerle a una.

Me mire al espejo y me recordé que solo era una sirvienta, así que me puse mi uniforme a pesar de que ya estaba bastante casada, quería dormir pero supuse que ahora no era un buen momento.

Baje al primer piso luciendo impecable, para encaminarme a su estudio. Al principio, me quede congelada enfrente de su puerta, era como si solo saber que estaría cerca de él, ya me hiciera sentir lo suficientemente nerviosa, como para no querer entrar, pero al final solo me dije a mi misma, que él era solo mi jefe y nada más.

Toque dos veces, las cuales fueron suficiente para que escuchara un:

–Adelante.

Respire profundamente para entrar al estudio, viendo de inmediato como mi jefe leía unos papeles mientras la luz de la luna lo alumbraba. ¡Pero que hombre más guapo! Fue lo primero que me vino a la mente.

–Señorita Sofia. –Pronuncia mi nombre para impactarme con su mirada café. –Adelante.

Yo nerviosa entre a la habitación.

–Parece nerviosa. –Yo solo trague saliva mientras intentaba hacer contacto visual con el hombre.

–Lamento mucho mostrarme de esta manera. –Me disculpe.

–No tiene porque lamentarlo, entiendo que este un poco confundida.

–De hecho, lo estoy. –Ahora lo miré con seguridad. –Trabajé en esta casa por tres años, pero nunca tuve la oportunidad de ser una sirvienta personal.

Él escucha cada palabra que digo con atención, sin perderse ni una palabra.

–Entiendo que le parezca extraño, pero siento que con lo que pasé el tiempo, lograra entender el porque de mis razones. –Me responde casi de inmediato, como si hubiera tenido ya una respuesta preparada. –Por el momento le diré lo que me gusta y lo que me molesta. Y también le explicare como trabajará conmigo.

Yo solo pude asentir con la cabeza, dispuesta a aprender de él.

–No me gusta el trabajo mediocre, y creo que es por eso que la solicite a usted y nada más que usted. –Se sienta en su sillón, para observarme con plenitud. –No me gusta los errores como que se le caiga una taza, o que derrame algo en mí. –Suspiró profundamente. –Me gusta la eficiencia, así que solo tendrá cinco minutos de tolerancia para hacer una mandado, si se tarda más es obvio que no podrá con el trabajo. –Lamios sus labios para proseguir. –Necesito que usted por la mañana se encargue de ayudarme a cambiar de ropa, que elija por mi un vestuario y que lo tenga preparado para mí. –¿Ayudarlo a vestir? ¿Acaso esta hablando en serio? Pero lamentablemente no pude decir nada, ya que no quería perder el trabajo. –Por las tardes la necesitó para ayudarme con mi trabajo, normalmente tengo trabajo tanto en mis oficinas en el centro de New York, tanto como en casa, así que me ayudara con eso. Y por las noches, pasara lo más importante. –Yo solo parpadee un par de veces, mientras sentía el calor pasando por mi cuerpo. Quizás ese comentario pudiera tener un doble sentido para mí. Así que intente no tambalear por mis nervios. –No duermo mucho, es una enfermedad que tengo, pudiera tomar medicamento para mi problema, pero me niego a tomar drogas, así que me encontrará despierto por las noches, como ahora.

–Entiendo señor. –Conteste levantando bien mi cara. ¡Claro que tenía muchas cosas que decirle! Pero en mi situación en realidad no tenia mucho que decir, por ahora tenía que hacer caso omiso, solo esperaba no reprochar algún deseo.

–Bien, me duele la garganta. ¿Puede recetarme algo?

Mi cabeza de inmediato recordó un te famoso en esta casa, ya que su padre solía tener continuamente dolores de garganta.

–Te de miel con eucalipto. –Le respondí de inmediato, captando la atención notable del hombre, quién de inmediato me muestra una sonrisa que me quitó el aliento.

–Bien, lo espero con ansias. –Termino de decir para después darse la vuelta, para mirar la ventana que daba hacía el jardín.

Yo caminé fuera de la habitación sintiéndome extrañada por esa sonrisa, que me había quitado el aliento, pero proseguí con mi trabajó. Fui a la cocina y calenté un poco de agua, para después ir al jardín y cortar un poco de eucalipto, para después unirlo al agua caliente, para que soltara bien el jugo. Al final lo termine endulzando con un poco de miel, para después servirlo en una taza de porcelana. Lucia bastante hermoso, así que con rapidez lo lleve hacía el estudio sin demorarme cinco minutos. Toque solo dos veces, para recibir una respuesta inmediata, escuchando la voz del hombre que me decía que entrara.

Al entrar lo veo con sus gafas de leer, mientras me mira atentamente sentado en su escritorio. Camine con rapidez hasta llegar a su escritorio, para acercarme un poco a él, sintiendo como su vibra pasaba por mi cuerpo. Puse el te enfrenté de él, mientras él me veía como un pequeño niño. Nunca nadie me había mirado como él lo hizo esa noche. Mi estomago de inmediato sintió mariposas volando hasta que me aleje de él para ponerme enfrente.

El joven me sonríe como nunca antes, para después tomar la taza de porcelana y proseguir a beber el liquido dentro. Escuche el sorbido de sus labios con claridad, tomando y aclarando su garganta como espere que fuera.

–Es tan bueno como lo recordaba.  –Es lo primero que salé de su boca.

–¿Ya lo había probado antes? –Pregunté ansiosa por una respuesta de esos labios en forma de corazón.

–Sí. –Asintió con su cabeza también, para mirarme con toda su atención. –Mi madre solía prepararlo para mi cuando era pequeño. –Abre una pequeña duda en mí. –Supongo que ella te le enseño. –Alzo una ceja.

–En realidad no, fue mi madre quien me lo mostró, pero seguro que ella conoce la receta por su madre. Ellas solían hablar mucho de recetas.  

El hombre solo asiente con la cabeza, para recargar bien su espalda en su silla de cuero.

–Mi madre solo lo hizo por mi cuando era pequeño, de grande casi nunca pude probarlo de nuevo. –Me comenta, cosechando en mí algún interés que nació en cuanto sus labios empezaron a hablar. –Es una lástima, porque lo intenté hacer por mi mismo por mucho tiempo, incluso esta misma receta se la pedí a diferentes sirvientas, pero nunca lograban su cometido. –Suspira. –Debo decir que acaba de pasar su primera prueba, Sofia. –Dice mi nombre con esa fugaz fuerza que solo él tiene al hablar. –Es obvio que tiene el puesto, ya que si no hubiera logrado la receta, la hubiera echado a patadas de aquí. –Su mirada cambio, para mostrarme un lado algo oscuro de él. De pronto mi piel se erizo, ¿acaso el joven Maximo era tan malo como decían que era?

–¿Hubiera sido capaz de echarme? –Pregunté sin miedo alguno.

–No sabes usted de lo que soy capaz, señorita Sofia. –Alza una ce sus cejas pobladas.

Yo solo trague saliva al recibir esa respuesta.

–Pero no me tenga miedo, sé que he atemorizado a muchas de sus compañeras. Y quizás suene como un hombre malvado, pero no lo soy.

–Entiendo. –Parpadee con normalidad. –No tiene porque tratar de explicarme… –Pero él detuvo mis palabras.

–Claro que tengo que hacerlo, se ha vuelto de suma importancia en mi vida, así que cada vez que le explique algo, por favor escuche.

Yo me quede ciertamente sin palabras ante tal respuesta, supongo que ahora deberé de dejarlo hablar.

–Mi padre quizás no era como yo, quizás para usted era un buen hombre. –Yo de inmediato note cuando empezó a hablar de su padre.

–Era más que un buen hombre, era caritativo y era una persona muy feliz. –El joven al escucharme hablar de su padre no se inmuta, sino que parpadea con rapidez mientras hablo de su padre muerto.

–¿Así que mi padre fue bueno con usted? –Lo dice en un tono amargo. –¿Cuál fue la cosa más significativa que hizo por usted? –Apoya sus codos sobre su escritorio, mientras me mira con atención.

Yo solo suspire con un poco de nervios, intentando recordar algo bueno de su padre, a lo que me vino en mente un recuerdo bastante preciado.

–Mi madre y yo solíamos venir por un camino algo peligroso, pero lo suficientemente cómodo y rápido, para llegar a la mansión. Hubo un vecino que estaba perdiendo la cordura. Amenazó a mi madre con matarla si pasaba por enfrente de su casa, lo cual le causo mucho miedo, pero seguimos por ese camino por un buen tiempo, hasta que el vecino me amenazó con un cuchillo en mano. –Humecte mis labios para proseguir con la historia. –Le conté esto a su padre y como era joven, no dude en llorar mares cuando se lo platique. –Después un momento de felicidad vino a mi cuerpo y proseguí a sonreír. –A la mañana siguiente, supe que su padre había comprado la propiedad del hombre. Su padre me contó que compro su casa porque quería construir unos departamentos en ese lugar, pero supe de inmediato que era mentira.  Él solo lo hizo para que mi madre y yo no viviéramos más miedo y pudiéramos caminar por las calles con seguridad.

Al terminar de hablar, algunas lagrimas querían salir de mis ojos, ya que estaba en el viejo estudio de su padre, incluso Maximo estaba sentado en la misma silla de su padre, tanto que por un momento y por culpa de la oscuridad, pude ver a su padre sentado en esta.

El joven Maximo se parecía mucho a su padre, tan alto y bien parecido. Y aunque su padre ya era un hombre grande, no pude evitar poderme imaginar al joven Maximo convertido en un hombre mayor, luciendo igual que su padre.

Pero en la mirada y boca del joven no había nada más que desilusión. Nunca pude ver otros ojos más tristes y llenos de miseria, como los que él lucia, mientras que sus puños se apretaban con fuerza, como si estuviera guardando algo en corazón y mente.

–¿Esta bien? –Le pregunté preocupada.

Maximo solo se levantó de su silla con rapidez, asustándome como nunca antes.

–Es suficiente te para mí. –Con sus dedos empuja la taza, que cayo directamente en el escritorio. –Limpie y llévese de inmediato la taza. –Y como si fuera otra persona, devolvió la mirada hacía la ventana.

Yo de inmediato limpie el escritorio, para después llevarme la taza en una charola de plata. Al final solo lo miré por última vez, dándome cuenta de que algo no estaba bien con el señor Maximo, pero supuse de inmediato que le causaba un poco de dolor que yo hablará de su difunto padre.

Así que antes de salir de ese estudio y teniendo en mente, que quizás pude abrirle alguna herida, le dije:

–No quise pasarme de la raya, señor Madison.

El hombre se da la media vuelta para mirarme con esos ojos fugaces.

–No se lamente Sofia, ¿acaso cree que me ha lastimado? –Preguntó con frialdad. –No crea que soy un hombre al que pueden herir con facilidad.

Y a pesar de que me estaba dando una respuesta por su comportamiento, yo no lograba entender sus palabras o de donde provenían.

–No quise darle a entender eso señor Madison, pero creo que no estoy entendiendo bien esto. –De inmediato le hice ver mi sorpresa.

–No tiene que entenderlo, pronto se podrá dar cuenta de todo. –sonrió sombrío una vez más, para después volver a mirar la ventana.

Salí de la habitación sabiendo que, con esas palabras, Maximo quería decirme algo, ¿pero que era lo que me quería decir? ¿Por qué preguntarme sobre su padre? ¿Por qué me ha hecho participe en su vida de la nada? ¿Acaso tenia esto planeado?

Miles de preguntas se pasaban por mi mente, pero ninguna respuesta vino a mí.

Esa noche tan tranquila, no tuve más llamados de él, así que pude volver a la cama y dormir, pero antes de cerrar los ojos, su mirada perdida y sus labios medio abiertos, se vinieron en mi mente. ¿Por qué estaba tan cautivada por ese hombre tan misterioso? 

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