Capítulo 2

Las mañanas en casa siempre son atareadas.

Éramos dos jóvenes mujeres, que solo tenían un baño, así que siempre era difícil poder arreglarnos. No podía negar que era vergonzoso ir por las calles con mi uniforme de la casa Madison, pero tenía que hacerlo.

–Sofí, tu desayuno ya está listo. –Me avisa mi hermana mientras me ve poniéndome un saco largo color café. –¿Pero por qué te cubres? –Me pregunta un poco decepcionada de que cubra tan peculiar uniforme.

–¿Acaso estas bromeando? –Le pregunté abriendo mis ojos bien grandes, tomando mi desayuno, que ya estaba puesto en una lonchera por mi hermana. –La gente en las calles pensarán que soy una prostituta. Me gritaran de cosas y sé que, en el metro, lograré que más de un hombre me acose.

Mi hermana tan inocente se echa a reír, ya que quizás fue lo último, que le llego a pasar por la mente.

–Tienes razón Sofí, las calles no son seguras para una joven tan hermosa como tú.

–Ok, dejemos de hablar de mí. –Bese su frente para después verla irse en el autobús, que pasó por ella para llevarla a la secundaría.

Salí de la casa cubriéndome por completo, ocultando el traje de sirvienta lo más que podía, pero la gente aun así me miraba, ya que el aire no ayudaba mucho, a hacer que mi saco se quedara quieto en el metro y menos en el bus.

La casa Madison se encontraba en Hudson Hill, un barrio de ricos que se encontraba lejos del Bronx. Era como estar en dos mundos diferentes, y claramente cuando estuve en Hudson Hill, empecé a sentir un poco de nostalgia, ya que mi madre y yo solíamos hacer este viaje juntas, siempre tomadas de la mano.  Y ahora estaba yo sola, caminando con el frio pasando por mi cuerpo.

Y al estar enfrente de las rejas de la mansión Madison, no puedo evitar sentir aún más nostalgia. Aquí solían vivir la pareja de ancianos Madison, y saber que ellos no están más en esta casa, me hace sentir realmente triste.

Y a pesar de que quería seguir viendo el panorama con nostalgia, soy distraída al escuchar como la reja eléctrica se abre ante mis ojos. De inmediato puedo ver a un hombre de traje negro esvelto, caminando hacía mí con rapidez.

Y cuando llega hacía mí, me dice con prisa:

–Entre. –Yo le hice caso, entrando a la casa con un poco de pena.   

Así que empecé a caminar junto a ese hombre, que parecía bastante apurado sin decir una palaba, solo caminando con rapidez por todo el jardín hasta llegar a la gran casa, que ahora estaba redecorada con un toque minimalista. Ya no era la misma casa de antes, con muebles viejos y alfombras rojas y azules. El sol ahora entraba por las ventanas, ya que no había estantes de madera pesada cubriendo las ventanas, todo ahora era realmente elegante y nuevo. Y a pesar de que quería seguir admirando los enormes cambios de la casa, soy devuelta al mundo de los mortales por aquel hombre con prisa.

–¡Hey, preste atención! –Yo de inmediato lo miró.

–Mi nombre es Jackson Miller y soy el encargado de la servidumbre. –El hombre claramente no es el más amigable del mundo. –Te recuerdo que no debes de llegar tarde y siempre debes de pasar por la puerta de servicio, que es atrás.

–Pero he llegado temprano y realmente conozco muy bien las instalaciones, solo estaba mirando la mansión por delante.

Pero al parecer a este hombre no le parecía bien lo que estaba diciendo, así que solo pude decir:

–Lo lamento, hare lo que me pide

–Bien. –Suspira profundamente para después arreglar su traje.

Pero de la nada todo se pone aún más tenso, ya que de pronto veo que muchas sirvientas corren adentro de la casa, alarmando a el señor Jackson quién de inmediato empezó a gritarles a las sirvientas:

–¡Pónganse en sus lugares!

Todas las mujeres que de pronto salieron de la nada, se acomodan en dos filas enfrente de la entrada, parándose con buena postura mientras miran hacía el suelo. Yo me les uno de inmediato, acatando la misma postura y mirando hacía el suelo sin saber que estaba pasando.

Minutos después escuchó muchos pasos en la entrada, así que de inmediato mi curiosidad me hizo alzar la cabeza. Era ese hombre, el hombre que había visto en internet. Tenía que ser sin cera, era más guapo en la vida real, su cabellera era más clara y voluminosa, mientras que estaba usando un traje azul claro muy elegante, con unos zapatos cafés que le combinaban bastante bien. También estaba usando unas gafas de sol color café, que lo hacían ver como una verdadera estrella de rock.

El hombre guapo, alto y elegante, no venia solo, sino que tras de él estaban tres hombres vestidos todos de negros con lentes de sol oscuros, que supuse eran sus guardaespaldas.

De pronto y de la nada, todas las mujeres alzaron sus caras para brindarles unas palabras al hombre:

–¡Bienvenido a casa señor Madison! –Saludaron todas las mujeres en un canto, para después alzar la mirada.

Yo hice lo mismo que ellas, notando como el caballero de traje azul empezaba a caminar en medio de las filas que hicimos, y como si fuera un soldado de la época nazi, decidió revisar cada detalle de las sirvientas, mirándolas de arriba hacía abajo sin morbo, sino con una actitud de mando. Las chicas temblaban de miedo, pero seguían ahí de pie paradas, hasta que el hombre se detuvo en mi lugar.

Mi cuerpo de inmediato se empezó a debilitar, sentía que las piernas me temblaban como un par de fideos recién mojados. De pronto y de la nada, se quita los lentes, para verme a los ojos. Sin duda nunca había visto unos ojos más hermosos como los de ese hombre. Mis mejillas de inmediato se sonrojan mientras me siento tan caliente, pero al mismo tiempo empecé a notar otro tipo de mirada, era como si hubiera visto a alguien que conociera.

El hombre se quedó sorprendido en frente de mí paralizado, mientras mi corazón empieza a latir con fuerza, pero la persona que nos devuelve al mundo real es Jackson, que se para a un lado del señor Madison.

–Señor Madison, ella es Sofía Contreras, la nueva sirvienta. –Jackson estaba nervioso, puesto que su jefe paso mucho tiempo mirándome. –Se que no es perfecta, pero… –El señor Madison de inmediato lo detuvo.

–No he encontrado nada malo en ella. –Su voz era realmente gruesa y varonil.

Y sin más el hombre sigue con su camino, hacía su estudio mientras las sirvientas se relajan. Yo estaba impactada, realmente no sabía lo que ese hombre había notado en mí, pero me sentía realmente tensa.

–Parece que has llamado la atención del jefe. –Me dice una de las muchas sirvientas, quién era rubia de busto grande y de hermosos ojos azules. –Me llamo Angelica.

–Sofí. –Le ofrecí mi mano, la cual ella tomo y la estrujo. –¿Cuánto tiempo llevas aquí? –Le pregunté ya que para mí todas eran nuevas caras.

–Solo llevo unas semanas. –Me comenta mucho más relajada, que cuando el señor Madison estaba parado enfrente de nosotros. –El trabajo no es tan duro, pero el señor Madison a pesar de que parece una criatura que fue hecha por el mismo Dios, tiene un carácter bastante fuerte.

–Parece ser. –Murmuré mientras caminábamos por el lugar.

–No pareces estar asustada.

Yo solo sonreí, ya que ella tenía razón. No me intimidaba tanto como a ellas.  

–Trabajé durante tres años en esta mansión, claramente no para el señor Madison, sino para sus padres.

La joven rubia de inmediato se sorprende.

–Entonces llevas tiempo en esto, es por eso que no te ves nerviosa ni nada de eso.

–Sofia. –Escucho la voz de Jackson llamándome, mientras me llama para que vaya hacía la cocina. –El jefe me ha pedido personalmente, que la nombre su sirvienta personal.

–¿Qué quiere decir? –Le pregunté algo confundida. –¿Qué no todas somos iguales?

–No aquí, en esta casa hay rangos y como usted ya tiene experiencia con esta casa, le pido que haga lo que el jefe le pide. –Se detiene para susurrarme. – Le pagaran más. –Me recalca con una sonrisa traviesa.

–¿Y que se supone que hace una sirvienta personal? –Pregunté sin saber nada del tema.  

–Usted será la única que podrá entrar y salir a su despacho, hablará con él si el necesita algo en las mañana, tardes y noches.

–Espere, ¿está hablando de quedarme aquí?  –Pregunté algo aterrada.

–Es exactamente lo que estoy diciendo.

–Pero no puedo hacerlo, tengo una hermana menor a la que tengo que cuidar.

El hombre me mira desafiante, para después decir:

–Hablaremos con el jefe. –Me toma del brazo y me lleva hacía el estudio del magnate.

Yo estaba más que nerviosa, no quería toparme con ese hombre tan petulante, pero al parecer y por culpa de Jackson, no tenía muchas opciones.

–Pero no es necesario. –Trate de calmar las ansias del hombre, no quería verle la cara a ese millonario. –Puedo ser una sirvienta normal. –Pero parecía que el hombre no entendía.

De pronto la puerta del estudio se abre, dejándome ver a el señor Madison sentado en su escritorio, mientras escribía algunas cosas en su computadora.

El señor Jackson hizo un ruido con la garganta, llamando la atención de aquel hombre, quién de inmediato alza la mirada imponente y hermosa al mismo tiempo.

–Pase señorita. –Me dice con su voz varonil.

Así que entre a la habitación, mientras Jackson cerraba la puerta, dejándome sola con ese hombre que era más guapo de cerca.

–Siéntese. –Me pide señalándome la silla que estaba enfrente de su escritorio.

Yo aún muy nerviosa camine hacía esa silla, sentándome mientras el hombre me miraba con toda su atención.

–Me han hablado mucho de usted.

–¿Sí? –Le pregunté un poco apenada.

–Me comentaron que su madre y usted, trabajaron para mis padres.

–Sí, lo hice, pero por causas del destino nos corrieron. –Le dije en un tono de burla, ya que había sido por su culpa.

Él de inmediato sonríe, ya que sabe a que me refiero.  

–¿Está hablando del hecho de que corrí a la mitad del personal?

Yo no dije nada, mi silencio contestó sus dudas.

–Lamento haber corrido a su madre y a usted, pero tuve que verme en la desgracia de hacerlo. Mis padres eran demasiado viejos como para controlar sus finanzas, estaban gastando mucho dinero con tanto personal. Pero aquí esta de nuevo usted, sentada enfrente de mí.

–Sí, yo tampoco puedo creerlo. –Lo dije en un tono amargo.

–Quiero que sea mi sirvienta personal, le pagaremos más de lo que le dijeron en la empresa a la que trabaja.

–Lo lamento señor, pero yo tengo una hermana a la que debo cuidar y no puedo estar todo el día aquí.

El hombre no parecía conforme con lo que escuchaba. En realidad, se mostraba molestó por lo que había respondido, era como si no estuviera acostumbrado a recibir un “no” de respuesta.

–Bien, traiga a su hermana consigo y viva aquí conmigo. –Me hace otra oferta.

–¡Es una locura! ¿No cree que tiene mucho personal, como para querer a una persona para usted solo? –El hombre solo se mofa mientras no paraba de verme.

–Realmente no me gusta que me digan que no. –Se levantó de su asiento, haciéndome sentir un poco más nerviosa, ya que empezó a caminar alrededor mío, como si fuera su presa y yo solo un ciervo perdido en medio del bosque. –Se que tener una sirvienta personal, quizás le suene tonto, pero yo no confió en la gente y creo que puedo confiar en usted, ya que trabajó para mis padres tanto tiempo. Tampoco me gusta socializar, ni tampoco soy bueno tratando con sirvientas novatas. Soy una persona muy dura y no dudo en correr a la gente que no me sirve.

De pronto se para detrás de mí, haciéndome sentir tan extraña y al mismo tiempo, haciendo que mi corazón se acelerará con fuerza.

–Su hermana puede ser buena compañía para mi hermana, quién también necesita muchas atenciones. ¿No cree que su hermana estará feliz de estar en esta mansión? –Regresa a su asiento mirándome con esos ojos de felino, era algo asombroso ver como alguien puede lucir tan aterrador.

Era un buen punto, el lugar en donde vivía era claramente un lugar bastante peligroso para vivir, ya que ahora éramos Alison y yo. Antes teníamos la certeza de que mi madre estaría en casa, pero ahora no teníamos a nadie quién recibiera a Alison después de la escuela.

–Realmente le agradezco que me haya considerado para tal cargo, pero… –Me detuve unos segundos, para levantarme. –Pero debo mantener a mi hermana en su entorno natural, ella no puede acostumbrarse a una vida que no es la suya.

El hombre de inmediato se muestra molesto conmigo, frunciendo el ceño.  

–Entonces haga lo que usted quiera. –El señor Madison se volvió a sentar en su lugar, sin lograr absolutamente nada. –No puedo expresarle lo disgustado que estoy con su respuesta a tal oportunidad, pero si cambia de opinión, llámeme. –Suspira con pesar para darme su tarjeta, la cual acepte de inmediato. –Puede irse.

Me corre del lugar, lo cual me causo algo de miedo.

¿Había sido capaz de rechazar a un hombre que no esta acostumbrado a ser rechazado? 

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