—Camila, ¡habla! ¡Dime que tienes tus razones! —Daniel me agarró con fuerza de la mano, y sus ojos estaban muy rojos.
Tragué saliva, sin saber qué decir. Cuando regresé al país, realmente quería contarle que tenía mis razones. Pero cada vez que iba a decir algo, me echaba atrás.
Luego, cuando mi madre se enfermó y él siguió insistiendo, incluso ayudando con el tratamiento, me dio más miedo revelar la verdad. Temía que eso lo afectara y que él me despreciara.
Ahora él ya tiene un hijo con Karla y pronto formará una familia. ¿Qué podía decirle? ¿Acaso al contarle podría hacer que no tuviera al niño? ¿Que no se casara con Karla? Al pensar en la actitud altanera de Karla, respiré hondo.
—Daniel, no hay nada que discutir, suéltame.
—Samantha, llévala —De repente, una mano fuerte separó la de Daniel, y Leonardo me protegió detrás de él.
Samantha no lo pensó dos veces y corrió hacia mí, tirando de mí para que huyéramos.
Daniel pareció querer seguirnos, pero yo ya no quería mirar atrás. No iba