Mi situación no era tan mala; pensaba que podría salir del hospital al día siguiente, pero de repente llegó Natalia. Vino apresuradamente, mirándome de arriba a abajo.
—Camila, ¿tienes tan mala suerte? No será que...
Al escuchar esas palabras tan familiares, me quedé en silencio. No me sorprendía que estuviera con Francisco; eran de la misma personalidad.
—Prima, la policía ya está investigando, no es un fenómeno sobrenatural —La miré con resignación, pero parecía aún insatisfecha.
—Francisco y yo vamos a rezar por ti, realmente estás pasando por un mal momento.
—¿A dónde van? —Le pregunté, sintiéndome más frustrada.
¿Acaso necesitaban usarme como excusa para salir y divertirse? No había nada que los detuviera entre ellos.
—¿Él ya te lo dijo? —dijo, sonrojándose un poco mientras me pellizcaba la mejilla.
—Lo hacen por tu bien, ¿no vas a divorciarte de Daniel? Hay que pensar en una nueva oportunidad. Tienes que confiar en Francisco, él tiene un don...
—¡Para! —La interrumpí rápidamente,