“Vete a vivir conmigo".
Sus impactantes palabras resonaron en mi mente. Me quedé congelada, completamente atónita. Eso era lo último que habría imaginado que diría. Mi corazón empezó a latir con fuerza mientras los segundos pasaban. Su expresión seria seguía intacta.
¿No podía estar hablando en serio?
¿Yo y Selena bajo el mismo techo? Eso sería como echarle gasolina al fuego. El inicio de un apocalipsis.
“¿Qué?”, pregunté al recuperar mi voz. Retrocedí del escalón que estaba a punto de subir y giré sobre mis pasos. Mi corazón se desbocaba mientras acortaba la distancia entre nosotros. Él seguía inmóvil, con la mirada fija en mí y un mar de emociones en sus ojos.
“Quiero que te mudes conmigo”, repitió.
“Estás bromeando, ¿verdad?”.
“¿Ves en mi rostro alguna señal de que lo esté?”, preguntó con calma.
No había ninguna.
Respiré hondo, intentando encontrar algo coherente que decir. Su petición había desordenado por completo mis pensamientos. Mi respiración se entrecortó cuando dio