PUNTO DE VISTA DE REAGAN.
"Alfa Reagan, los ancianos llegaron para la reunión". Un pesado suspiro de exasperación abandona mi pecho en el momento en que ese anuncio llega a mis oídos. Esos ancianos vienen a fastidiarme sobre la elección de pareja entre las chicas del Harén.
"Mándalos a la sala de conferencias, me reuniré pronto".
"Sí, Alfa". Me ofrece una leve reverencia antes de darse la vuelta para salir de la oficina. Me levanto de mi asiento y recojo la chaqueta de mi traje que está cuidadosamente colgada en el respaldo de la silla y me la pongo.
Son deberes como éste los que a veces me hacen desear no haber nacido líder. No puedo vivir una vida que me convenga a mí, sino a la corona, a los súbditos y a la manada en su totalidad. Aunque es genial tener todo este poder y autoridad, es frustrante no poder tomar decisiones importantes en la vida, como si debo casarme o no.
Aprieto los dientes, salgo enfadado de la oficina y me dirijo a la conferencia que está justo unas puertas m