El café estaba abarrotado, la hora punta del almuerzo en pleno apogeo, Rose encontró a Maya en una mesa de la esquina, apretujada entre la ventana y una planta en maceta que había visto días mejores, ella removía su café en círculos lentos, mirando a la nada.
"Hola", Rose se deslizó en el asiento frente a ella. Maya levantó la vista, sonrió, pero era frágil, el tipo de sonrisa que podría romperse si la tocabas mal, "hola".
"¿Estás bien?", Rose estaba preocupada. "No lo sé", Maya rió, suave y temblorosa, "realmente no lo sé".
Rose extendió la mano sobre la mesa, cubrió la mano de Maya con la suya, "háblame". Maya tomó un respiro, lo sostuvo, lo dejó salir lentamente, "Darshen".
"¿Qué pasa con él?", ¿Darshen?, Rose se preguntó.
"Creo que me estoy enamorando de él", las palabras salieron apresuradas, como si al decirlas lo suficientemente rápido no fueran reales, "sé que es estúpido, sé que es demasiado rápido, sé que no debería confiar en alguien que acabo de conocer pero... y decidimos