La familia estaba más que completa, todo estaba en orden, los malos estaban lejos y encerrados, los niños jugando, la servidumbre dispuesta a cuidar a los niños por la familia, pero solo faltaba un pequeño detalle.
—Se llevarán muy bien. —Marcela los miraba.
—Claro que sí, lo harán.
Los dos vieron a el ama de llaves y a las dos sirvientas de pie ante la puerta.
—Es hora de ir. —Robert sonrió de lado—. Vamos a hacer el amor cariño.
Marcela se puso roja y tosió.
—No tienes que ser tan obvio Robert.
—Lo siento, pero he esperado por esto por casi 3 años.
Robert esperó a que Marcela se recuperara y hubieran pasado al menos 3 meses para que ella estuviera bien.
Robert le besó su mano izquierda, como era de costumbre, y le sonrió.
—No puedo seguir esperando.
—Pero me duele la cabeza.
Ambos se carcajearon. De prisa, la pareja caminó a su nido de amor para dar rienda suelta a su pasión. Robert recordó la última vez que tuvieron relaciones sexuales. Como había gemido Marcela, como había disfrut