6 Primer día.

Valentina

Piso el acelerador mientras mi corazón late desenfrenado, las calles se me hacen eternas y el tiempo se ha detenido, el aire comienza a faltarme mientras las lágrimas caen, las ignoro, no tengo tiempo para quitarlas de mi rostro, esto es una pesadilla, la más horrible, sé que en cualquier momento Eliot me despertara, debe hacerlo, porque estoy a punto de llegar, por favor amor, te lo suplico, despierta a la idiota de novia que tienes, vamos Chicco, despiértame… presiono el freno a mitad de la calle y quedo con la vista fija en la esquina de la acera, allí donde se une la calle en la que está detenido mi automóvil y la calle que lleva a la fábrica donde encontramos a nuestro abuelo muerto, lo veo, mientras la llovizna cae, obligo a mis músculos a moverse, abro la puerta y bajo, cada paso me acerca a la realidad… no, me lleva a la verdadera pesadilla.

—  Eliot… ¡Eliot! —  Lo mataron, ellos lo mataron, acabaron con el hombre que amaba y yo acabaré con ellos.

—  Júralo Tina.

Me despierto exaltada, esa no es mi pesadilla de siempre, es la primera vez que Eliot abre sus ojos, esa noche cuando llegue, él ya había muerto, ni siquiera llegue a tiempo para poder despedirnos, incluso eso me arrebataron. Miro a mi alrededor y comprendo porque la pesadilla cambio, estoy en la casa de los De Luca, estoy en territorio enemigo, sé que mi familia debe estar preocupada, se el daño que hice, pero se lo debo, le debo una venganza digna a mi amor, y la obtendré, aunque tenga que acompañarlos a las mismas puerta del infierno, por más que yo tenga que arder a su lado, pero los hare pagar.

Me levanto y voy al baño tan varonil y asquerosamente oscuro de Leonzio, y por más que no tenga maquillaje me las arreglo para tener mi mejor rostro, acomodo mi cabello y me aseguro de que la camiseta de Leonzio se quede justo un dedo debajo de mi trasero, es hora de arrasar con esas escorias, es hora de volver a ser Valentina Constantini.

—  Buenos días. —  observo como sus rostros giran a la vez y me recorren por completo, Rocco sonríe como un niño que recibe el mejor regalo en navidad, Ángelo lame sus labios, sin ser consciente de lo que hace, Lupo pasa la mano por su barba deleitándose con mis piernas largas, Leonzio traga grueso y Ezzio… me está estudiando con la mirada, mantengo mi rostro serio y camino con tranquilidad por la cocina, mientras sus ojos se clavan en mí. — ¿Tampoco les enseñaron a dar los buenos días? —  digo con reproche y es cuando Rocco se aclara la garganta.

—  No mi reina, a decir la verdad mi padre estaba demasiado ocupado follando con mi madre y mi tía como para enseñarnos algo. —  no puedo evitar abrir la boca ante sus palabras.

— ¿Me estas jodiendo? — pregunto incrédula.

—  Qué más quisiera mi reina. —  la mano de Lupo golpea la cabeza de Rocco y este se queja al tiempo que pasa su mano para aplacar el dolor.

—  Compórtate, pereces perro alzado. —  y quien lo dice, el hombre que se le marca una erección por solo ver mis piernas, esto será fácil. —  Lo que quiere decir es que a nuestros padres no les importan esas cosas… — levanto la mano en dirección a Lupo y este como si fuera un buen cachorrito deja de hablar.

— Déjame procesar algo antes de continuar… — hago una pausa, mientras me sirvo café, inclinándome solo unos centímetros sobre la mesada, como si no fuera consiente de que todos están viendo el comienzo de mi trasero. — ¿Ustedes tienen el mismo padre y sus madres son hermanas? —  lanzo la pregunta y luego saboreo el café, es bueno, de calidad, les gusta vivir bien.

— Así es, pero ¿Cómo llegaste a esa conclusión? Que nuestras madres son hermanas, no lo hemos mencionado. —  Ezzio es el que piensa, sonrió inconscientemente, pero me recupero rápidamente.

— Ayer cuando comenzaron a golpearse dijeron “no digas eso de mamá y la tía” y ustedes no tienen cara de llamar tía a la amante de su padre. —  he debido tocar una fibra sensible ya que tanto Leonzio como Lupo me están acribillando con la mirada.

— Ninguna de nuestras madres es una amante, en nuestra familia se practica la poligamia. —  Leonzio es el primero en hablar.

— Ya sabes no todos son como tu madre. —  Ezzio le da un golpe en el brazo a Lupo y este deja de hablar, bebo un sorbo más de café, está caliente, no mucho, pero sé que será suficiente para darle un aviso.

— ¿Y con eso que quieres decir Lupo? — indago y el mencionado se remueve incomodo.

— Nada.

— Vamos lobo, presenta tu caso. —  Rocco ríe, sé que debe estar recordando nuestra charla en el automóvil.

— Ser una cobarde que decide quedarse con uno de sus dos amores por miedo a lo que la sociedad diga, pero sin embargo les enseña a sus hijos a llamarlos papá y padre… — Antes que Lupo termine de hablar le lanzo la taza de café sobre su enorme y fornido pecho, lo que provoca que se levante y comience a maldecir al tiempo que se quita la camiseta, dejándome ver la hermosa mancha roja que ahora adorna su piel.

—  Tina ven aquí. —  Ezzio piensa que será mi salvador, pero no voy por él, mis fichas están en otra persona.

—  Lo siento, ¿fue demasiado? Trato de comprender la dinámica familiar. — digo con rostro serio, pero voz sueve.

— ¡¿De qué m****a hablas?! — Lupo da un paso en mi dirección y Rocco se levanta de su lugar, si, tengo el nuero ganador.

— Como golpeaste a Rocco creí justo hacerte lo mismo, claro que no podrías comparar un golpe de mi mano en tu cabeza con el golpe que tú le disté a tu primo.

— Pero ¿a qué m****a te refieres? — es cuando da otro paso, se ve furioso, quizás el café si estaba muy caliente, pero antes que así sea me pueda tocar Rocco esta frente a mí, cubriéndome.

— Ni se te ocurra tocarla. —  veo como los músculos de su espalda se tensan y una vena de su cuello se agranda, mientras Lupo lo fulmina con la mirada.

— ¡Quieto los dos!, Valentina si quieres llevarte de esa forma con nosotros deberás atenerte a las consecuencias. —  Leonzio también esta tenso, pero más me preocupa Ezzio, sigue analizándome.

— Tienen razón, disculpa Lupo, eso fue muy desubicado de mi parte, pero a mi defensa tus palabras dolieron. —  si hay algo que supe desde la primera vez que los vi, es que son personas volátiles, como ahora, que la furia desapareció así tan rápido como llego, para ser sustituida por curiosidad y arrepentimiento, por lo menos de parte de Lupo.

— ¿Mis palabras te dolieron?

—No sabes nada de mi madre Lupo, y creo que yo no fui tan agresiva al preguntar por las suyas, a mí me enseñaron a tratar a los demás dependiendo de cómo me traten.

— Si te lastiman, lastimas. —  Ezzio, solo él puede entenderlo a la primera.

— Así es Chicco, dame un flor y te daré un jardín, lánzame una chispa… y te hare arder en el infierno. —  tomo otra taza de café y Lupo se aleja, mientras oculto mi sonrisa bebiendo un poco de ella.

— Esto es una m****a, casi no entiendo la mitad de las cosas que dices, además ¿por qué siempre dices eso de presenta tu caso? — la cara de frustración de Rocco me hace reír, aunque no debería, pero se ve tan… inocente.

— Disculpa a Rocco, a veces le cuesta comprender ciertas cosas o demora más de la cuenta. —  asiento con la cabeza a la explicación de Ezzio y Rocco junta sus cejas, uno, dos, tres…

— ¡¿Me estas tratando de lento?! —  vuelvo a carcajearme y es cuando me doy cuenta de que me están viendo con demasiada atención, como me miraba Eliot.

—  Tranquilo Rocco, quizás no eres tú, quizás Chicco es demasiado rápido para pensar y con respecto a lo demás… es una costumbre. —  me siento en una butaca, mientras los ojos de Lupo y Leonzio se pierden en mis piernas, más precisamente en mis muslos. —  Con Don discutíamos algunas veces y otras peleábamos, como todo par de hermanos. —  veo como Ángelo y Rocco asienten con la cabeza. —  Por lo que mi madre nos llevaba a juicio. —  ahora la cara de confusión se extiende a los cinco y no solo a Rocco.

— ¿Juicio? —  Ángelo se ve curioso, solo eso, no tiene nada de malo que hable de mi familia, de todos modos, ellos terminaran muertos.

— Así es, ella era el juez, Donato exponía su caso y yo el mío, siempre nos gustó ver a tío John practicar sus casos, él es el mejor abogado de Chicago, por lo que nosotros lo imitábamos, cada uno presentaba sus pruebas y al final mi madre dictaba el veredicto, es decir, decidía quien tenía razón.

— ¿Y quién ganaba la mayoría de las veces? —  Ángelo, si no fuera porque vi como golpeaba a ese hombre en la fábrica pensaría que es un buen hombre, en especial con esas pecas en su rostro.

— Ninguno, siempre terminaba diciendo que en la vida un mismo objeto se puede ver de formas diferentes, depende de quién lo vea y de qué lado, no estoy insinuando que tu padre tiene de amante a una de sus madre, solo use un ejemplo para que Rocco me comprenda y no quede fuera de la conversación. —  lo último lo digo viendo a Lupo y ahora es su rostro el que esta rojo, pero de vergüenza.

— Veo que ya despertaste. —  la voz de Salvatore interrumpe lo que fuera que estuviera por decir el barbudo.

—  Buenos días. —  le digo al recién llegado y veo que tiene muchas bolsas en sus mano, bolsas de tiendas de renombre.

—  Buenos días y… — deja todo sobre uno de los sillones, pero saca algo de una de las bolsas. —  Sorpresa. —  termina diciendo al tiempo que levanta un conjunto de ropa interior negro de encaje, la tanga es diminuta, pero el brasier tiene un arnés que me encanta.

—  Gracias, es uno de mis colores favoritos, me sorprendes Salvatore, tienes buen gusto. —  respondo caminando con tranquilidad hasta él, bajo la vista de todos, tomo el conjunto y le doy un beso en la mejilla, que provoca que se tense en su lugar.

— ¿Me besas porque te compre ropa interior? —  veo sus negros ojos brillar, por favor, solo le di un beso en la mejilla, esto ser aún más fácil de lo que creí.

—  El beso es porque me respondiste el saludo, es un acostumbre de mi familia, siempre saludar, ahora caballeros si me disculpan, iré a prepararme, aprovecen a desayunar, creo que tenemos negocios por hacer. —  doy un paso, pero la mano de Salvatore me detiene.

— Todo eso también es tuyo, espero que te guste.  —  le dedico una sonrisa coqueta y veo de reojo como Leonzio esta con la boca abierta.

— No te preocupes…te lo hare saber.  — le susurre lo último en el oído, aunque todos escucharon, ya que estaban en completo silencio.

Lupo.

Veo como el mejor culo que he visto en mi vida se pierde por el pasillo que lleva a las habitaciones, mi miembro molesta y no tengo más remedio que ponerme de pie, todos siguen mirando en la misma dirección, ¿somos hombres desesperados? Claro que no, por favor, estamos acostumbrados a follar con la misma intensidad con la que respiramos, solo es el hecho de verla a ella, lo que nos pone de esta forma, como perros en celo. Lo había escuchado cientos de veces de la boca de mi madre, y otras tantas de los labios de mis abuelos, pero nunca lo creí, a lo sumo pensé que era más una tradición familiar que otra cosa, pero estaba equivocado, Valentina Constantini tiene un poder de atracción sobre nosotros que por lo menos a mí se me hace imposible comprender, si hubiera sido cualquier otra mujer la que osará a tirarme así sea jugo sobre mi cuerpo, ya la habría matado y sin el más mínimo de arrepentimiento, porque es así, se nos enseñó a ser los reyes y un rey no siente misericordia, a un rey se lo respeta y adula, pero… ella puede hacer con nosotros lo que se le plazca, por lo menos conmigo, si Rocco no se hubiera interpuesto no la habría golpeado, mi objetivo era otro, quizás intimidarla, acorralarla, disfrutar de su cuerpo apretujado con el mío.

— Lupo, debes tener más cuidado en como hablas de su familia, desde el primer momento supimos que ellos son importantes para Tina. — Salvatore me ve curioso ante las palabras de Ezzio.

— ¿Qué paso? — indaga viendo mi pecho rojo, esta m****a arde, pero no me mostrare como una niña llorona, no frente a nuestra mujer.

— Un malentendido, mejor dime porque no dijiste que ibas por ropa. — estoy en desventaja, Ezzio la comprende y ella lo busca aun sin darse cuenta, fue al primero que vio al entrar a la sala, fue a quien le dio la mano cuando la encontramos en la fábrica, es como si el solo escucharlo hablar la hipnotizara, con Rocco es aún peor, ella lo defiende, e incluso protege y ahora Salvatore compra su ropa interior, entablando una confianza que a mí me llavera más tiempo igualar.

— Creí que lo supondrían, ella no tenía nada.

— Solo ese maldito brazalete. — a mi hermano nunca se le dio bien el participar en las conversaciones, con Ángelo y Salvatore es más fácil comunicarse a través de la violencia, pero no en este caso, Ángelo está al pendiente de cada cosa que ella dice.

— No se lo podemos quitar.

— Tu no mandas Ezzio. — Leonzio encara a mi hermano y es cuando intervengo.

— Ezzio tiene razón, no sabemos cómo pueda reaccionar, cometí un error y casi me quema vivo, ya la escucharon, ella nos tratara según como la tratemos.

— Estoy de acuerdo con Lupo, solo vean, ella beso la mejilla de Salvatore solo por responder su saludo, debemos cambiar ciertas costumbres o mejor dicho, malos hábitos.

Mi pequeño hermano tenía toda la razón, podría ser el menor de todos, pero gracias a su forma calmada y analítica de ser, teníamos grandes posibilidades de conquistar a Valentina, quizás el plan de Leonzio y Salvatore de secuestrarla y someterla no sería necesario después de todo.

Valentina sabía que estar cerca de Ezzio sería un problema, su voz se asemejaba tanto a la de Eliot, que se le hacía imposible controlar su cuerpo, sin embargo, al ver su rostro el encanto perdía efecto. Pero ahora estaba concentrada en Salvatore, el de ojos negros como la misma noche había interactuado muy poco con ella, pero le basto para saber sus gustos, Valentina se preguntó si aquel hombre podría leerla como ella lo hacía con ellos. La ropa e incluso el maquillaje que Salvatore le había comprado era de su agrado y talle, incluso el calzado, no se sentía embelesada por las marcas y mucho menos afortunada, esta mujer de 21 años era poseedora de una gran fortuna, en parte por la herencia de su abuelo Marco, su padre Prieto y lo que era de su madre Emma, pero también porque gracias a su mente para los negocios todo ese capital se había multiplicado, claro que no estaba maravillada por las cosas caras y de marca que Salvatore le había comprado, ella usaba todo eso a diario.

Se vio en el espejo una vez más, sorprendiéndose al descubrir que lucía como la Valentina de hace tres años atrás, el vestido blanco hueso se amoldaba a su cuerpo como una segunda piel, las pequeñas bragas era su aliada, y el arnés del brasier escalaba por su pecho para terminar amarrado a su cuello dejando a la vista un patrón exquisito, las medias negras que le llegaban a medio muslo estaban sujetas por el porta ligas y los tacones también negros acharolados de taco fino y suela roja terminaban de realzar no solo su belleza, también la dejaba en igualdad de tamaño con los De Luca, tomo el lápiz labial rojo sangre y lo deslizo por sus labios, sonriendo con honestidad, pero también con malicia, solo ella y su mente podría saber de lo que era capaz de hacer para tener su venganza, acaricio el brazalete que Eliot le había regalado un día antes de su muerte y salió por su venganza.

Los De Luca estaban esperando por ella en la sala de horrible decoración, aunque para ser justos, no era tan horrible, solo no era del gusto de Valentina, y es que la gran casa poseía demasiadas cosas, Valentina intuía que en ese lugar solo vivían los seis hombres, era entendible el desorden que la rodeaba, algo que estaba sacando de quicio a la castaña, hasta el momento no había visto a ninguna empleada y por el escaso desayuno tampoco habían cocineras, era la casa de seis hombres de diferente carácter, que pasaban el mayor tiempo juntos, pero que no se llevaban muy bien que digamos, los había observado golpearse en más de una ocasión y no todas fueron de forma juguetona.

— Ave maría purísima. — la joven Constantini se regañó mentalmente por sonreír al comentario de Rocco, pero no lo pudo evitar, ver su rostro sonriente la contagiaba, aunque no debería sentirse de esa manera.

— No sabía que eran religiosos. — se limitó a decir al tiempo que se sentaba en el único sofá individual que estaba libre, bajo la atenta mirada de seis hombres, que la veían embobados.

— No lo somos, es este idiota que siempre dice alguna estupidez. — Tina arrugo el entrecejo mientras veía a Leonzio, pero su mirada se suavizo al ver el rostro de Rocco.

— Leonzio, en verdad no sé qué clase de trato tengas con los demás, pero que Rocco sea tu hermano no te da derecho a insultarlo. — los ojos grises de Rocco brillaron y por un segundo Tina recordó como brillaban los ojos de Eliot cuando hacían el amor.

— ¿Por qué lo defiendes? No solo ahora, lo salvaste de que tu hermano le volara la cabeza, y lo de hace un rato con Lupo y el café, también dejaste oír tu reclamo por haber golpeado a Rocco. — Tina trataba de no ver a Ezzio, solo disfrutaba su voz, hasta que finalmente tenía que verlo, su abuelo les había enseñado que nunca debían esquivar la mirada de un enemigo.

— Me parece lindo, además las cosas que dice son divertidas, te puedo asegurar Ezzio que gracias a Rocco he reído más en un día que en los últimos tres años. — el único que sonreía era Rocco, los otros cinco tenían la misma cara de una persona que está chupando limón, Tina sabía que por más que no se llevaran bien eran unidos y jugaría con ello, primero atacaría al corazón. — Y con respecto a lo que sucedió con Donato… fue mi culpa, mi hermano ha tratado de protegerme de lo que me hace daño, pero no comprende que lo que duele está dentro de mí, y no en boca de los demás.

— ¡Eres una m*****a mentirosa! tú lo proteges porque sus ojos te hacen recordar a tu amado Eliot. — Ángelo escupió cada palabra, con sus puños apretado, aun recordaba como Tina lo alejo con solo una mirada la noche anterior.

— También podrías decir que adoro la voz de Ezzio porqué es igual a la de Eliot, y me importaría una m****a, puedes decir lo que desees Ángelo, menos que soy una mentirosa, soy Valentina Constantini, cuando tenía cuatro años decidí quien sería mi papá y por ende el esposo de mi madre, a los cinco supe quién era mi padre biológico sin necesitar una puta prueba de ADN, y cuando desee tener un hermano con seis años cambie las píldoras anticonceptivas de mi madre por vitaminas prenatales, con siete años pedí la cabeza de la mujer que casi mato a mi madre, con doce idee el plan que hizo que Donato conquistara a Ámbar Zabet hoy por hoy, a los quince Don y yo nos hicimos cargo del negocio familiar y puedo seguir por horas, Soy Valentina Constantini, si quiero algo lo tomo, cuando yo lo quiera, no necesito mentir, y para que Rocco lo comprenda y deje de verme con ese lindo rostro, bebé le acabo de dejar en claro a tu primo que si te quisiera en mi cama, ya estarías en ella, y no sería por tus ojos, sino para que me des duro y me hagas gemir con cada embestida, pero para quitar cualquier duda, Eliot usaba lentes de contacto, sus ojos no eran grises, era algo que solo yo sabía. — Valentina se puso de pie, con la elegancia que siempre había mostrado, desde el día que la conocieron en la oficina, o la primera vez que Ezzio la vio en el club. — Una última cosa… no vuelvas a gritarme Ángelo, me molesta de sobre manera que me griten, no quieras conocerme enojada, ahora caballeros, si quieren hablar de negocios, espero que tengan una oficina, pero, sobre todo, que se vistan acorde a la situación.

— ¿Qué tiene de malo nuestra ropa? — Ángelo seguía con los puños apretados, estaba tan tenso que, ante un movimiento repentino, podría saltar encima de su primo y matarlo a golpes por tener el favoritismo de Valentina.

— En esta vida y en estos negocios, como te ven te tratan, y si te ven mal, te maltratan, si quieren ser reyes, vístanse como tales, de lo contrario, nuestro acuerdo terminara antes de comenzar.

Los De Luca vieron la espalda de Valentina, como su trasero se balanceaba con sutileza, pero seducción, pasos cortos y firmes, como si el mundo tuviera que agradecer su presencia, su sola existencia, el caminar de una reina.

— Me acaba de dejar tan duro que mis bolas deben estar azules. — Lupo veía el pasillo como un verdadero depredador, quería correr tras ella y encerrarla en alguna habitación hasta devorarla por completo.

— Me dijo bebé. — Rocco sonreía como un adolescente y Ángelo estuvo a punto de golpearlo, pero la mano de Ezzio lo detuvo.

— A Tina no le gusta que nos golpeemos, tampoco que nos faltemos el respeto.

— A ella solo le importas tu y Rocco. — Ezzio bufo y libero el agarre sobre la mano de su primo.

— No Ángelo, no es eso, ayer cuando fui al cuarto ella me vio de la misma forma que lo hizo contigo en el garaje, está más que claro que nos vio golpear a Iván, no creo que nos tema, pero si nos está estudiando, recuerda que ella solo está aquí porque esta distanciada de su familia, si no la hacemos sentir cómoda podría irse.

— Salvatore, aunque ella desee irse, eso es algo que no podrá hacer, ella es nuestra. — Leonzio estaba tan inquieto como Ángelo.

— Podemos enamorarla Leo, siempre es mejor que secuestrarla, queremos una reina a nuestro lado, y ella nos pide que seamos reyes, no le veo la incoherencia.

La mañana paso con más preguntas que respuestas para los hombres, mientras Valentina se debatía entre cual sería el siguiente paso que daría para causar la ciada de los De Luca, no podía negar que la conducta de Ángelo le dejo en claro que estaba celoso, algo que le pareció ridículo, nadie podía enamorarse, así como así de otra persona, ¿amor a primera vista? Que rayos era eso, más que solo un recurso barato de novelas románticas y películas cursis de Hollywood. Recién al medio día la puerta de la habitación de Leonzio y en la cual se encontraba la joven Constantini fue tocada, no se sorprendió de ver a Rocco al abrir la puerta.

— Hola mi reina. — ¿Qué era lo que le causaba tanta ternura al ver a ese hombre? No se veía débil, no con tantos músculos, quizás era su sonrisa aniñada, o el brillo tan particular con el que la veía, fuera lo que fuera Rocco despertaba ternura en Tina.

— Hola bebé. — solo se estaba burlando, pero se arrepintió al ver la forma en la que Rocco la veía, dulzura, adoración y Valentina se preguntó una vez más si estos hombres en verdad no se drogaban.

— La comida acaba de llegar mi reina, espero que te guste.

Valentina solo sonrió y comenzó a caminar, al llegar al comedor los encontró a todos en sus lugares, Lupo, Ángelo y Ezzio estaban a la izquierda, mientras que Leonzio y Salvatore a la derecha, en medio de ellos un lugar vacío que fue ocupado por Rocco, solo entonces Tina se dio cuenta que ella estaría en la cabecera de la mesa.

— No creo que este sea un lugar apropiado para mí. — Ezzio había pasado toda la mañana explicando que Valentina venia de una familia con historia y costumbres, normas de etiqueta y demás, aun había muchas cosas que ellos desconocían de la joven, por lo que debían esmerarse.

— Lo es Tina, creo que ya te disté cuenta que quienes manejan casi todo aquí son Leonzio y Lupo por ser los mayore, la cabecera no se utilizaba, pero todos estamos de acuerdo que ya que serás nuestra socia, ese lugar te corresponde, ya que si tomas cualquiera de los dos lados de la mesa se podría considerar que tienes favoritismo por alguno de los dos grupo de hermanos. — Ángelo y Lupo se removieron incomodos en sus lugares, ambos hermanos de Ezzio habían discutido con la mujer, mientras que Rocco y Salvatore le llevaban ventaja, ellos solo tenían a Ezzio de su lado.

— Bien, en ese caso tomare este lugar, aunque para mi ustedes son los De Luca, un solo grupo, no me interesa que sean hermanos o primos para mi todos ustedes son lo mismo. — claro que pensaba de esa manera, para ella todos eran culpables de la muerte de Eliot, sin importar quien jalo el gatillo.

— Espero que te guste lo que pedimos, es de un restaurante italiano muy conocido y exclusivo. — dijo Leonzio tratando de llamar la atención de su mujer, como la nombraron.

— En verdad Tina, su comida es deliciosa. — solo Ezzio la llamaba Tina, algo que a los demás los molestaba, pero no tenían el coraje de admitirlo, en el fondo temían que si la llamaban de esa forma tan intima ella los rechazara.

— Ya veremos si dices la verdad Chicco, tengo un paladar exigente, como toda yo. — era vanidosa, lo sabía, pero no pensaba cambiarlo. Se llevo el primer bocado a la boca y sus ojos se cerraron mientras sus papilas gustativas la hacían viajar al pasado. — Per il mio amore. — dijo en un susurro al tiempo que abría sus ojos.

— Carajo, la comida de ese lugar siempre es deliciosa pero ahora tiene algo especial. —  Lupo era uno de los que más le gustaba alimentarse en ese restaurante, conocía cada uno de sus platillos.

— Claro que tiene algo especial y diferente, mi papá la hizo. — el orgullo brillaba en el rostro de Valentina, y la nostalgia bailaba en sus pupilas.

— ¿Tu papá? — Tina le dedico una sonrisa a Ángelo, de forma inconsciente y este quedo embelesado.

— Per il mio amore, o para mi amor, es el restaurante de Noha, Don y yo crecimos en ese lugar, hasta que cumplimos siete años, Noha le puso así por mi mamá, él siempre estuvo enamorado de ella, en ese entonces… no éramos lo que somos ahora, el dinero no sobraba, cuando Noha asumió su lugar en Grecia y tuvimos que irnos, se lo dejo a tío Tommy, deben estar acostumbrados a comer sus platillos, pero este, tiene el amor de mi papá. — dijo con toda seguridad.

— Lo amas. — dijo Ezzio maravillado, porque desde que la había conocido era la primera vez que el rostro de Tina brillaba de esa manera.

— ¿Cómo no hacerlo?

— Si tu papá es cocinero… tu ¿Sabes cocinar? — la pregunta de Rocco, corto el momento preciso en el que la melancolía se adueñaba del corazón de Valentina, y por primera vez sus hermanos y primos estaban agradecidos a su pequeña mente que no lo dejo procesar que la joven estaba teniendo un momento nostálgico.

— Claro que se, pero sueñas bebé si crees que cocinare para ustedes, esa no es la clase de trato que les tengo. — Ángelo rio con ganas a la cara de perro abandonado que coloco Rocco y Valentina lo secundo.

— En ese caso ¿Cuál es el trato? Disculpa, pero no tenemos una oficina tan grande como para que estemos todos, y la ropa… — Lupo se rasco la cabeza tratando de encontrar las palabras adecuadas, no eran bien hablados, y le costaba llevar adelante el plan de Ezzio.

— Mañana iremos de compras. — se adelantó Salvatore rescatando a su primo. Valentina suspiro, pero asintió con la cabeza.

— Bien, tengo entendido que se dedican a la venta de drogas, armas y apuestas clandestinas. — todos se tensaron en sus lugares, la castaña manejaba más información que ellos.

— Así es. — respondió Leonzio creyendo que tenía un as bajo la manga.

— Y también poseen clubes nudistas. — y allí Leonzio se dio cuenta que era lo que le atraía de Valentina, ella no se inmutaba por nada, era valiente, los estaba enfrentando, en su propia casa.

— Si. — dijo Lupo intercambiando una mirada con su primo mayor, porque si ella manejaba esa información Donato también.

— Si quieren ganar prestigio y dinero, deberán cambiar eso.

— Claro y dejarles todo a ustedes. — Salvatore la interrumpió con molestia y ella lo fulmino con la mirada.

— No me interrumpas Salvatore, mejor aún, no hables hasta que te lo permita. — el pene de Salvatore se levantó con furia, a tal punto que hasta él se sorprendió, nunca una orden le había causado tal sensación, pero de la boca de Valentina esa orden sonó deliciosa. — Los Constantini manejamos Chicago porque poseemos el mejor armamento, no vendemos armas en nuestro territorio, así manejamos a la competencia, hacemos negocio con los de afuera, la droga es una pérdida de tiempo, nunca nos interesó, es por eso por lo que este lado de la ciudad no le interesa a Donato… — Valentina dejo de hablar al ver la mano en alto de Ángelo, se lo veía tan obediente, que por un segundo se lo imagino de rodillas frente a ella, por lo que apretó sus muslos bajo la mesa. — ¿Si Ángelo?

— No le interesa a tu hermano, pero si a ti ¿verdad? — Tina le sonrió al tiempo que asentía con la cabeza.

— Así es, tenía muchos planes para este lado de la ciudad, sin embargo, para Don… solo representa el lugar donde mataron a nuestro abuelo. En fin, lo que yo haría si fuera ustedes, es vender las armas a otros estados, al igual que las drogas, e invertir el dinero en equipamiento, armas de fácil manejo y mejor alcance, las apuestas clandestinas dejan un margen, pero se verá incrementado si piden permiso y construyen un casino de esa manera será más fácil marcar números, tomaran tanto apuesta legales como ilegales, pero de donde sacaran mayor ganancia son de los clubes nudistas. — la sonrisa que mostraba la mujer le erizo los vellos a Lupo.

— Ustedes no poseen clubes nudistas, si no lo han intentado ustedes ¿por qué arriesgaríamos todos nosotros en eso?

— Si cerraras tu boca podría decirte como. — y allí estaba nuevamente Salvatore a punto de saltar sobre Valentina y follarla por el solo hecho de escuchar como hacia callar a Lupo.

— Disculpa. — dijo el barbudo y el que más aspecto a pandillero tenía.

— Disculpa aceptada, primero que nada, la prostitución queda fuera y antes que digan algo, escuchen, convertiremos esos antros en clubes, pero no cualquier tipo de clubes, serán clubes de placer, no ofreceremos sexo, pero dejaremos que si lo puedan conseguir, diseñaremos lugares equipados para que cualquier persona pueda cumplir sus más bajas fantasías, las drogas quedaran estrictamente prohibidas e invertiremos en vigilar eso, también que ningún hombre o mujer sea obligado a hacer nada… — Rocco levanto su mano y Valentina suspiro derrotada.

— ¿Qué pasa bebé? — Leonzio llevaba su mirada de Ezzio a Rocco, ambos se habían ganado un nombre por parte de su reina y él solo había conseguido que lo comparara con su padre Noha.

— No entiendo, ¿no serían moteles?

— No bebé, estos serán clubes donde se podrá bailar, beber alcohol, pero también habrá un podio donde los exhibicionistas podrán tener sexo y los demás podremos verlos si así lo deseamos. — la boca de Rocco se abrió al tiempo que se convertía en una enorme sonrisa. — También habrá lugares más privados, prepararemos un lugar donde casi todo este permitido a nivel sexual, siempre y cuando sea consensuado y seguro, no cualquiera podrá ingresar, y eso nos llevara a invertir mucho dinero, pero lo recuperaremos en meses, seguros de emergencia, contratos de confidencialidad, pruebas médicas para aquello que quieran practicar si preservativo… — Salvatore levanto su mano y Tina dejo de hablar al tiempo que le hizo una seña con la mano dándole uso de la palabra.

— ¿A qué te refiere con casi todo?

— Intercambio de parejas, BDSM, cruising, ‘Glory Hole’ o agujero de la gloria, y todo aquello que se solicite, es decir que dejaras por escrito lo que deseas encontrar si es que no tienes una pareja que llevar y nosotros nos encargaremos de cotejar tu pedido con alguien que busque lo que tu ofreces o viceversa, las mujeres y hombres que quieran trabajar, podrán dejarlo asentado, nosotros no les pagaremos, serán ellos quienes pongan su tarifa y quienes arreglen con su cliente, solo prestaremos el lugar, cobrando una membresía, que les asegure que lo cuidaremos, que nadie como nosotros para cumplir sus fantasías o ayudarlos a trabajar con libertad, en fin, todo lo que te imagines menos… cortes, no quiero una gota de sangre en nuestro infierno.

— ¿Infierno?

— Así es Lupo, creo que es un nombre apropiado, ya que una vez que entren, no podrán salir jamás, será tanto placer que vivirán más allí que en sus hogares. — a más de uno la boca se le seco de solo verla con tanta seriedad hablando de placeres carnales.

— Creo que mejor le iría el nombre de la reina de chicago. — Lupo la veía con tal intensidad, que sus pezones se endurecieron, una reacción biológica de su cuerpo, algo que había olvidado y que solo la mirada de Eliot despertaba en ella. — Todos quieren a la reina, todos la desean y darían todo por ella.

— Me gusta, la reina de Chicago, claro, si están de acuerdo con cambiar por completo sus negocios.

— … — los seis De Luca se miraron con seriedad, incluso Rocco, asintiendo a la misma vez.

— Estamos dispuestos, pero… ¿tú que ganas? — Leonzio veía solo beneficios para ellos, entre los casino y los clubes.

— Demostrarle a mi hermano que yo tengo razón, este lado de la cuidad se puede convertir en una mina de oro, y placeres.

— Eres muy inteligente mi reina. — el alago de Rocco la hizo sonreír.

— Ya lo veremos bebé, después de todo, son ustedes los que más arriesgan. — su abuelo le enseño que a los enemigos había que tratarlos con respeto, aunque no lo merecieran, solo así se ganaban las guerras.

— Estoy de acuerdo con todo, pero no creo que nos estes ayudando solo para demostrarle a tu hermano que se equivocaba.

— Ángelo, estoy enojada con Donato, él firmo mi internación en el psiquiátrico, te lo dije hace unas horas, no quieras conocerme enojada, porque incluso hasta mi sangre desconozco cuando me enojo.

Los De Luca estaban dejando toda su fortuna, todo lo que eran en manos de Valentina Constantini, solo el tiempo les haría ver si hicieron o no lo correcto, y eso que solo era el primer día que estaban con ella.

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