MARCUS
Solté un gruñido ronco, Liliam y Paula volvieron su atención hacia mí con los ojos muy abiertos, las cejas levantadas, la sorpresa evidente en sus rostros.
—¿Marcus?—, preguntó Liliam vacilante, y yo le negué con la cabeza, manteniendo la cara seria mientras me centraba en la carretera que tenía delante, entrando y saliendo de los carriles.
No quería hablar de ello.
Me aseguraría de que Paula no tocara a Mayla, sino que se limitara a poner las manos sobre las cadenas, como había hecho cuando intentó quitarme las mías con su magia habitual. No había ninguna razón por la que necesitara tocar a mi compañera.
Nadie más habló durante el resto del viaje, permaneciendo en silencio incluso cuando sobrepasé el límite de velocidad y