Capítulo 4

—Papá, por favor, deja que te explique. —rogué tomándolo del brazo para evitar que matará al hombre, quien se levantó de inmediato.

Alonzo estaba pálido y comenzó a vestirse rápidamente. El enojo del Boss parecía haber aumentado al ver la desnudez del que consideraba un hombre de confianza.

—Tú has silencio, que después de encargarme de él sigo contigo. —siseó quitándole el seguro de la makarov. —¡Ven acá! —le gritó a Alonzo.

Esto iba a terminar en un baño de sangre si no hacía algo ahora mismo, Alonzo o yo terminaríamos muertos o quizás a ambos si mi padre no se sentía realmente piadoso. ¿En qué demonios estaba pensando al acostarse con un guardia? Un voyeviki que había sido entrenado para matar, cuyas manos estaban manchadas de sangre.

—¿Cómo te atreviste a acostarte con mi hija? —preguntó apuntadole directamente a la frente. —Obligaste a la siguiente líder. —siseó furioso.

—Papá, él no me obligó a nada. —intento explicarle. —Por favor, déjame contarte.

—¡No necesito saber cómo te revolcaste con este asqueroso! —gritó furibundo, lucia fuera de sí.

La mano de mi padre se alzó y Dominika cubrí sus oídos al escuchar el disparo. Cerré mis ojos, negandome a ver el baño de sangre que probablemente había provocado. No me consideraba una mujer miedosa, sobre todo por el mundo en que me crié, pero si existía algo o más bien alguien a quien temía y respetaba.

El Pakhan, el amo, mi padre y el Boss.

—Abre los ojos, tigritsa.

La voz de mi progenitor ya no sonaba tan enojada, pero si decepcionada. Hice lo que me ordenó de inmediato, frente a mí todavía estaba Alonzo, con la pistola apuntadole directamente y también vi la bala que estaba incrustada en la pared.

—De mí no se burla nadie, ¿entendieron?

Trague saliva, la voz de mi padre sonaba relajada, pero la oscuridad en sus ojos me advertía que sólo era la calma antes de la tormenta. Y que pronto seguramente diría algo que no le gustaría.

—Muchas personas los vieron subir hasta aquí. —declaró guardando la pistola. Me tranquiliza que al menos nuestras vidas no peligran. —No seré el hazme reír por culpa de ustedes dos.

Baje la cabeza y mi padre hizo una pausa antes de continuar. La ansiedad aumentaba cada vez más dentro de mi pecho, una nube negra estaba en mi mente y de nuevo sentí aquella presión que me indicaba que pronto estaríamos en peligro.

—Van a casarse. —declaró el Boss.

—No. —salió de mis labios antes de pensarlo. —No puedes obligarme a casarme con Alonzo.

—Pronto el resto de las mafias sabrán que ya no eres pura, ¿sabés que significa eso? —preguntó. —Tendrás muchas más dificultades que ahora para convertirte en líder y podrán innumerables piedras en tu camino. —detalló tomándome del rostro.

—Es mi culpa, Boss. —declaró Alonzo arrodillandose. —Cumpliré con lo que ordene para restablecer el honor de Dominika Volkova, princesa de Bratva. —anunció bajando la cabeza.

Parpadee varias veces, sin poder creer lo que estaba escuchando. Anoche fue un momento glorioso y no me engañaria negando que teníamos una buena química en el sexo, pero aún así no era motivo para casarnos. Iba a negarme de inmediato, ordenando que no se metiera en mis asuntos, pero ambos hombres parecían haberse entendido con la mirada.

—Organizaremos un fiesta de compromiso lo más pronto posible e igualmente la boda.

La sentencia del Boss ya había sido dado y no existía poder en el mundo que lo hiciera cambiar de opinión. Asentí solemnemente, no quedaba otra que continuar hacía adelante.

—Vístete, te esperare fuera. —dijo seriamente.

Una vez que escuche cerrarse la puerta, me concentre en mi ahora "prometido". Alonzo se encontraba abrochandose la camisa, a penas y notaba que no estuvo usándola durante todo ese momento. Le lanzó dagas con la mirada.

—Esperó terminar viuda muy pronto.

Alonzo soltó una risita, como si yo le divirtiera.

—Anoche no decías eso, según recuerdo en algún punto de la madrugada era Dios todo poderoso.

El calor subió por mis mejillas, recordando perfectamente el momento en que dijo tales palabras. Ese era justamente el problema de hablar en exceso cuanto tenía sexo, después terminaba arrepintiendose al día siguiente.

Decidi ignorarlo y fue a cambiarme rápidamente para encontrarsme con miñpadre. Sentí la mirada del otro en mi cuerpo, pero cuando me giró este simplemente continuaba colocándose los zapatos. Probablemente los estaba imaginando, aún tenía cansancio porque anoche no dormí correctamente. Terminé de vestirme y salí yéndome detrás de mi padre.

Los hombres se mantenían cuidadosamente en la puerta. "Ojalá se hubiesen mantenido en ese mismo lugar ayer". Ajustaría cuentas con cada uno de los voyevikis después. Tanto el Boss como yo salimos del edificio y nos montamos en una camioneta para irnos hacía la Fortaleza. Ninguno dijo nada sobre Alonzo y me alegraba que ambos tuviésemos la misma opinión sobre el hombre.

—Padre te lo ruego, intenta reconsiderar tu decisión. —comencé a hablar. —Casarme con Alonzo es una muy mala idea. —sentencie.

El Boss me ignoró y fue toda la respuesta que necesitaba. Sabía que no era un hombre conocido por cambiar de opinión, todo lo contrario, era implacable y muy terco. Una vez determinada algo, continuaba siguiéndolo hasta el final. Mi madre decía que en eso éramos bastante similares y eso le causaba migraña.

—Habla con tu madre para que te ayude con la fiesta de compromiso, tienen cualquier presupuesto disponible. —puntualizó cruzando la pierna izquierda sobre la otra. —Te daré el honor de contarle quien será tu futuro esposo.

Después de eso no dijeron nada más y el resto de viaje fue en silencio. Atravesamos el pueblo y no tardamos mucho en ver la Fortaleza a lo lejos. Una figura nos esperaba en la puerta y al estacionarse el carro se dio cuenta que era su madre. La actual Koroleva tenía una mirada turbia y filosa.

—Maldita sea. —susurre para mi misma.

Baje rápidamente, dispuesta a enfrentarme a una furia que era mucho más dura que la tempestad y destructora como un huracán en el tiempo.

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