Celeste
Desde ese momento, las cosas fueron diferentes. No creía que debieran pasar cosas malas para que cayéramos en conciencia de nuestros propios actos. Pero a veces la realidad nos da un golpe para despertar.
—No sé cómo o por qué, pero las cosas están mejorando. Lo que necesites, humana, solo pídelo— me dijo Amelia, sonriente, y me di cuenta de que no era solo por pedido del Rey, sino que lo hacía por iniciativa propia.
En la cocina me aceptaron si quería ayudar, y me gustaba porque necesitaba sentirme ocupada. Cada vez estaba más cerca de descifrar el hechizo completo, solo me faltaba esa fuente de poder. Si yo fuera una hechicera, todo estaría solucionado, pero no era el caso.
Los niños me visitaron, me contaron de su nueva vida. Las chicas también estaban bien adaptadas. Hasta Elías colaboraba con Fabrizio, Amelia lo enviaba a misiones más importantes.
Y yo, por supuesto, pensaba en Alaric. Releía esa carta todas las noches y me acostaba apretándola contra mi pecho, me la s