Alaric
—¿Dónde está el Alfa Simón?
—¿Quién es Nana? —
—¿Qué esconde Celeste? — Necesitábamos saber su origen y lo que escondía. Cuando Amelia vino a hablarme, el día ya había amanecido.
—Su Majestad está con los vampiros que no necesitan dormir. Ellos se alimentan de los prisioneros —me dijo ella—. Usted no puede resistir con pocos cuidados.
—Estos morirán hoy si no me dicen lo que necesito saber —amenacé.
—¿Y qué pasa con la humana? —preguntó Amelia. Su mirada reflejaba temor, como si creyera que estaba perdiendo la cabeza.
—Sabré qué demonios sucede con ella hoy mismo —respondí con dureza, mientras regresaba a las mazmorras. No sabía si era muy desafortunado o ellos demasiado fieles, pero no conseguí las respuestas que necesitaba.
—Vamos, lobito, di lo que mi señor quiere saber. Créeme, me gusta golpearte, me mantiene en forma, pero hasta yo me estoy cansando —dijo Eva, con una expresión de hastío.
—¿Por qué les interesa tanto la fracasada si ni siquiera tiene poderes? —murmuró uno