Celeste
El mundo fue líquido por un buen tiempo, aunque yo ya lo había olvidado. Aunque, muy dentro de mí, todo lo que había pasado y lo que yo había experimentado seguía de alguna u otra manera. Cuando me desperté, estaba seca, envuelta, y sabía perfectamente con quién me encontraba. Ese aroma, esa sensación de seguridad y felicidad solo podían significar una cosa.
—Mi rey… —susurré, encantada, y recordé cuánto lo había extrañado.
Recordaba haberlo visto antes de destruir a Valerius, antes de utilizar esa gran cantidad de poder como nunca se había visto para acabar con nuestro enemigo. Cuando me apoyé con las manos para incorporarme y vi sus ojos verdes... era como despertar de la muerte. Estaba en la cama en una cabaña, él arrodillado cerca de mis pies.
—Alaric… —dije, disfrutando la maravillosa sensación de pronunciar su nombre, pero él no decía nada. Su respiración era agitada. Tenía una pequeña barba, y me reincorporé rápidamente al notar que estaba más delgado y ojeroso, pero lo