Celeste
El lobo se abalanzó sobre mí mientras yo retrocedía aterrada, consciente de que no podría escapar de él. La noche se cernía sobre nosotros y los árboles desnudos hacían todo aún más tenebroso. Y ahí… juro que vi la luz. Reconocería a esa bestia incluso con los ojos cerrados. Sus ojos verdes, como esmeraldas, relampagueaban.
—¡Acábenlos! —gritaba Amelia cuando aparecieron más lobos. A mis pies, el rogue ya estaba destrozado, pero vi que otro venía con una pequeña espada. Y era una locura, pero esa pieza de metal me llamaba. Sentía que… susurraba mi nombre, y un zumbido me desconcentró. La llevaba un hombre desgarbado, de ojos rojos, un rogue.
—¡Su Majestad! —grité, pero ya era tarde. El rey caía herido, y corrí hacia él.
—No, no puede ser... —susurré mientras él extendía su mano hacia mí. La sangre brotaba de la herida en su mano, y yo presionaba con la tela de mi falda para intentar contenerla.
—Va a estar bien... va a estar bien —murmuro.
—¡Muchacha, aléjate de él! No te lo v