Miércoles del mes de junio.
Había estado lloviendo desde la mañana. Desde el cielo caían continuamente gotas de lluvia. Las hermanas gemelas, tumbadas en su estera, seguían roncando como una oruga madre.
Eran las diez y algunos minutos. Todavía se oían las gotas de lluvia sobre la chapa. Fideliana, todavía durmiendo, fue despertada por su hermana gemela.
– Por favor Fideliana, levántate, vamos a trabajar.
Fideliana se levantó y comenzó a parpadear. Finalmente abrió bien los ojos y, sorprendida, vio los rayos del sol iluminando el patio aunque todavía se oía la lluvia sobre el metal.
– Pero sigue lloviendo.
– Fideliana, ten cuidado y levántate, que nos vamos.
– Sabes, no quiero escuchar ninguna de las tonterías de esa desagradable señora.
-Hermana, vamos. Si nos devuelve, volveremos a casa, es mejor que quedarse en casa.
– Querida, te entiendo perfectamente, pero no quiero ir allí, y además hace frío.
- ¿Ah, bien? Entonces, ¿es por lo cool que no quieres ir?
- Exactamente ! Deseo …
-Es