Eva.
El sol se cuela por las cortinas transparentosas de la enfermería, yo intento moverme, pero me duele el brazo izquierdo y me es imposible darme la vuelta, abro los ojos con pesades y miro a mi alrededor, aun estoy en la enfermería y me he maltratado la aguja con suero de la muñeca porque la zona se me ha amoratado.
–¡Joder! – gruño al intentar sacarme la aguja.
–¿Qué pretende hacer? – pregunta la enfermera que me ve batallando con todo lo que tengo dentro del cuerpo.
–Volver a funcionar como un humano normal que no necesita todas estas cosas –respondo.
Ella me mira de mala gana, pero después de hacerme un chequeo rápido comienza a desatarme del montón de cables, yo comienzo a sentirme nuevamente como una persona a medida que me siento libre, ¡Agh! Odio los hospitales, enfermerías y demás.
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