Eva.
Espero un rato para salir del lugar, no quiero que nadie pueda darse cuenta de que estuvimos encerrados en cuatro paredes a punto de follar.
–¿Dónde has estado metida? – chilla Gigi llegando hasta donde estoy, pero sinceramente no estoy de humor como para responder sus descaradas preguntas.
Gigi no conoce la palabra vergüenza, no sé como viene corriendo a donde mi asi como asi después de haberme dejado tirada el fin de semana.
–¿Dónde están mis cosas? – le pido con rabia.
–¿Te refieres a tu bolso?
–Si, ese mismo, ¿Dónde lo dejaste?
–Está en mi habitación – responde mirándome con el ceño fruncido, lo sé por el vistazo que le eché con el rabillo del ojo – ¡Oye! ¿Por qué estás tan enojada? – ella me agarra del brazo y me hace detene