Nueva York
Gina
La noche había caído cuando llegué a Nueva York. Corrí a los brazos de Genave en cuanto mis ojos se posaron en ella; no pude evitar llorar. Gena me acompañó en mi desdicha. Después de unos minutos, decidimos emprender el camino a casa.
Las luces de la ciudad me regalaron cierta tranquilidad. Estaba de regreso. En verdad había vuelto a casa, y aquello le regalaba cierta paz a mi alma.
—¿Tan malo fue? —cuestionó Genave.
Posé mi triste mirada en ella.
—Han pasado muchas cosas. Ayer todo fue aun peor. —Una lágrima rodó por mi mejilla.
Le conté de camino a casa todo lo que había ocurrido en el compromiso y de paso las cosas que habían comenzado a pasarme con aquel hombre precisamente antes de que explotara la bomba en dicho evento. Genave estaba sorprendida y solta