ACEPTO LA PROPUESTA.
De regreso a la mansión, Elizabeth se abrazó a sí misma. Las piernas le temblaban tanto que apenas podía seguir el paso ágil de la empleada.
—Señora, rápido, los guardaespaldas cambian de turno en cualquier momento.
Elizabeth asintió, aunque apenas registró las palabras. Su mente no podía desprenderse de las imágenes de Xavier disparando sin vacilar sobre Paulina. El sonido de los disparos, su frialdad, la mirada vacía... todo se repetía una y otra vez en su cabeza. Las palabras de Vicenzo también volvían con fuerza:
—Ese video es falso, Vicenzo. ¡Me estás mintiendo! ¡Ese no puede ser Xavier! —replicó, aferrándose a la negación.
Pero él volvió a reproducir el video, implacable.
—Míralo tantas veces como necesites, Elizabeth. Es Xavier. ¿Acaso no lo reconoces?
Los ojos de ella se llenaron de lágrimas. Quería apartar la mirada, pero se había quedado atrapada, paralizada ante la pantalla.
—Sé que es duro aceptar la verdad, pero ese video es real —insistió Vicenzo con tono sereno—. Y si a