Complicado
El ala este de la Casa Principal estaba apartada, no tanto por su tamaño, sino por lo que representaba: neutralidad. Allí solían quedarse los visitantes de otras manadas, los recién llegados que no contaban con una cabaña disponible, o, como en este caso, aquellos que no podían confiar del todo.
Lía golpeó suavemente. Meira abrió con cautela y al reconocerla la dejó pasar sin mediar palabra.
-Hola. -Saludó un poco incómoda al dar paso a la habitación. Madeira saludó con un movimiento de cabeza y se giró para abrir las cortinas y dar luz a la habitación, Lía notó el cabello oscuro cayendo en una maraña enredada sobre su espalda.
¿Descansaste bien? Preguntó finalmente, apoyándose en el borde de la mesa. -¿Te han traído comida? ¿Necesitas algo?
La morena dudó, pero al final asintió.
-Dormí… lo que pude -Respondió. -Y sí, me trajeron algo. No tengo hambre.
Lía la observó unos segundos. Era joven, más de lo que había imaginado anoche en medio del caos. No debía tener mucho más