Lo que te mueve a tí, también a mí
Nada más abrir la puerta del baño la recibió el vapor que flotaba en el aire, llenando el baño con una calidez húmeda que se aferraba a las paredes de piedra. Lía cerró la puerta tras dejar a sus hijos en la habitación y, por fin, se permitió aflojar los músculos.
Añadió un poco más de agua caliente a la bañera, con los juegos sus hijos casi la habían vaciado, la espuma flotaba perezosa en la superficie, y dejó caer toda su ropa al suelo como un camino hasta la bañera. Se sumergió lentamente, suspirando cuando el calor envolvió su cuerpo, relajando cada nudo de tensión que le quedaba.
El cansancio, el susto, la preocupación… todo seguía ahí, flotando bajo la piel, pero al menos, por unos minutos, podía dejarlo en pausa.
Cerró los ojos y apoyó la nuca contra el borde de la bañera. El sonido suave del agua salpicando, el crujir tenue de la leña en la chimenea… Lo disfrutó un poco antes de comenzar a enjabonar sus brazos y cuerpo. Provocando más espuma e