El más pequeño
La lámpara de aceite parpadeaba en el rincón de la sala, lanzando sombras temblorosas sobre las paredes de piedra. Gema se mantenía sentada, con un libro en sus manos y el ceño fruncido, tamborileando los dedos contra la tapa dura de este sin prestar atención a la historia. Llevaba todo el día sintiéndose fuera de lugar, sin nada que hacer, sin noticias de Kael, sin acceso a la casa principal, sin respuestas.
Entonces se abrió la puerta.
-Padre. -Saludó, tratando de mantener la compostura cuando Fareed entró.
Él dejó el abrigo en el perchero y se acercó sin saludar. Se sentó frente a ella, como quien se prepara para dar una noticia desagradable.
-Estás perdiendo. -Aquello puso tensa a Gema.
-Hoy estuve en el consejo -Dijo, directo. Gema se irguió con interés.
-¿Y? -Fareed la observó unos segundos antes de hablar.
-Kael llevó a esa mujer… Lía, estuvo con él. Estuvo toda la jornada trabajando a su lado, en el consejo, en el archivo, en las audiencias. -Suspiró resignado. -