Capítulo 30: No pedí permiso.
Violet abrió los ojos con el sabor metálico en la boca. La habitación parecía más fría de lo habitual, aunque el aire acondicionado llevaba días sin funcionar. Se sentó lentamente en la cama, como si cualquier movimiento pudiera desarmarla. Su estómago dio una vuelta leve, casi imperceptible, pero suficiente para que la incomodidad se instalara sin pedir permiso. Pasó al baño sin pensarlo demasiado.Después de enjuagarse la cara, abrió el gabinete y miró el frasco de suero que no había tocado en semanas. Luego vio la caja del té de jengibre. Lo dejó todo sobre el lavamanos y salió.—¿No vas a desayunar? —preguntó Rachel desde la cocina, mientras cortaba fruta con una precisión absurdamente innecesaria.—No tengo hambre —respondió Violet en medio de un bostezo, y se detuvo, como si esperara que el simple hecho de decirlo desatara algo.Rachel la miró de reojo.—Eso dijiste ayer. Y el día antes.