Capítulo 25: Preocúpate por ti.
El día amaneció extraño. No por el clima —el sol filtraba su luz con indiferencia entre las cortinas beige— sino por el peso que se había instalado en el pecho de Violet. No se levantó de inmediato. Miraba el techo con los ojos secos, incapaz de dormir más, incapaz de moverse con naturalidad. El cuerpo parecía estar entero, pero algo dentro seguía roto.Alexander no había llamado. No había escrito. No había vuelto. Y eso la tenía inquieta, él no era así, él era un hombre al que le gustaba resolver los problemas a tiempo.La casa estaba silenciosa. Y eso, por alguna razón, le dolía más que cualquier grito.Se levantó al fin, con la lentitud de quien teme que el suelo ya no la sostenga. Se puso unos leggings grises y una franela negra de algodón suelta. Se recogió el cabello en una trenza floja y caminó hasta la cocina, encendiendo la cafetera con movimientos automáticos. Como si cada paso fuera prestado uno le