Capítulo 23: Me perdí en el camino
A veces el silencio no se impone... se infiltra.
El portazo resonó en los huesos de Alexander como si alguien hubiera disparado dentro de su cráneo. No dijo una palabra. No miró atrás. Ni siquiera fue consciente del momento exacto en que dejó de apretar los dedos. Las flores habían caído al suelo y la cinta roja del ramo ahora estaba pisada por su propia bota.
Caminó hasta el auto bajo la lluvia sin pensar demasiado. El cielo, nublado y turbio, parecía una versión exacta de lo que sentía en el pecho: gris, suspendido, a punto de estallar.
Las gotas golpeaban su cuello y resbalaban por la parte trasera del uniforme; no se inmutó.
Tampoco se molestó en abrir el paraguas. ni sabia si tenia un parguas. Cada paso se sentía ajeno, como si su cuerpo fuera un traje prestado.
Subió al vehículo. Cerró la puerta despacio.
La llave giró sin esfuerzo y el motor encendió y salio de allí sin rumbo fijo hasta que se paro a unlado de la carretera y ahí se quedó. Co