Jaqueline
Volví a casa con una sonrisa amplia en el rostro. Apenas cerré la puerta detrás de mí, me quité los zapatos con prisa, llena de entusiasmo. Encontré a Renata en el sofá, distraída con el celular.
—¡Renata! ¡Encontré el apartamento perfecto!
—¿En serio? ¡Qué buena noticia, Jaque! ¡Cuéntame todo! —mi amiga dejó el celular a un lado y me miró sorprendida, sonriendo con sinceridad.
—Es muy acogedor. El dormitorio es espacioso, la cocina es funcional, tiene varios armarios empotrados, lo que me ahorrará bastante dinero. Mañana, a la hora del almuerzo, voy a firmar el contrato. Voy a aprovechar para comprar algunos muebles, lo esencial: una cama, una cocina...
—Estoy tan feliz por ti… Pero ya te voy a extrañar. Sobre todo tu comida increíble.
—Sabes que mi puerta siempre estará abierta. Quiero que vayas a conocer mi rinconcito.
Apenas terminé de hablar cuando Raul apareció en la sala. Su mirada se posó sobre mí sin el menor disimulo. Sus ojos recorrieron mi cuerpo de arriba abajo,