Capítulo 80

Amaya

Ella me devolvió el abrazo y no imaginé que conectaría con esa mujer de formas hermosas. Para las nueve de la mañana, teníamos las bandejas listas y ambas íbamos a servirles a los hermanos Milano, tocamos la puerta de Gemma primero.

—Buenos días, Gemma, ¿estás despierta? —le pregunté del otro lado de la puerta—. Tengo algo que te puede gustar.

—Pasa…

Entré y la encontré sentada en la cama, envuelta en el edredón con lo que claramente era una actitud de no querer salir de la habitación. Tenía los ojos hinchados, se notaba triste y mi corazón se arrugó.

—Te… te traje algo que mi madre me solía hacer cuando tenía un muy mal día, así que, aunque sé que no es lo mismo, traerte unos dulces que siempre me animaron.

Eso

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