POV: Alexander Líbano
Sujeté a Jessica con fuerza del brazo, ignorando sus quejidos, sus lágrimas, su cuerpo tembloroso. La levanté del suelo como si fuera un saco de basura y la arrastré fuera de la habitación sin un mínimo de piedad.
—¡Vamos, maldita! —le escupí con rabia—. No te vas a ir tan fácil de esta casa… al menos no viva.
Atravesamos el pasillo a paso firme. Los sirvientes que se cruzaban en nuestro camino se apartaban con la cabeza gacha. Algunos no podían disimular el horror en sus rostros al verla… tan destrozada, con el rostro bañado en sangre, con un ojo que apenas se abría y la boca temblando entre sollozos. Una se llevó las manos a la boca. Otra se echó a llorar al verla. Pero ninguno se atrevió a detenerme. Nadie tenía el valor de tocarme.
Porque yo no era un hombre. Yo era una bestia con hambre de venganza.
Y ella… era mi presa.
Bajé las escaleras como un demonio suelto, con Jessica arrastrando los pies, tropezando, sin fuerzas. Apenas cruzamos la entrada principal…