— Esa mujer te está sacando de tus casillas —dijo el hombre, que estaba sentado frente suyo.
— Bastante, solo la dejó viva porque me informa sobre de Damián solo por eso.
— Damián al principio no me creyó cuando le dije que habías muerto. Le expliqué cómo moriste y luego no lo dudo —expresó el otro riendo.
— Típico de él. Hablando de negocios, ya tienes lo que te pedí, ¿cierto? —colocó sus manos sobre el escritorio.
— Sí, esta noche llegan las nuevas, solo que hay un problema, una de ellas es una omega de una de las familias más ricas de este lugar, tiene dieciocho años y no ha parado de maldecir desd