El último día de vacaciones llegó más rápido de lo que esperaban.
El sol brilla muy alto en el cielo mientras Sarah y Manu ayudaban a Winnie y Benjamín a empacar las últimas cosas en sus maletas. Emma, ajena al bullicio, estaba sentada en su manta, jugando con un peluche mientras William corría alrededor del cuarto con un barco de juguete, emocionado por el viaje de regreso pero también algo triste por dejar atrás la playa.
—Esto se pasó volando, ¿verdad? —comentó Sarah mientras cerraba su maleta, mirando a Manu.
—Sí, pero fue perfecto —responde él, colocando una mano en su hombro—. Ahora toca volver a la rutina.
Benjamín, que estaba doblando la ropa de William, asintió.
—La rutina tiene su encanto también. Aunque no voy a negar que estas vacaciones fueron justo lo que necesitábamos.
Winnie sonríe mientras guardaba las últimas cosas de Emma en su bolso.
—Tienes razón. Pero es cierto que extrañaré la tranquilidad del mar... y un poco el hotel también.
En el aeropuerto, las despedidas f