★Marisol.
Estaba a punto de mandar a callar a ese viejo amargado, cuyas cejas fruncidas y labios apretados eran un claro presagio de tormenta.
Uno puede criticarme a mí, pero que no se atreva con mis criaturas; con mis pollitos nadie se mete sin probar la ira de esta duende endemoniada y cachetona.
Mi expresión, llena de ardiente determinación, estaba lista para estallar como un volcán.
Leonardo, con su cabello revuelto y ojos centelleantes de cómplice entusiasmo, también estaba listo para lanzar su propia ira. Sin embargo, no fuimos ni Leonardo ni yo quienes reaccionamos al instante, sino Andre, Angie e Itzel, armadas con su característico humor picante y afiladas lenguas.
—Usted cállese, viejo amargado, con mi hermosa "dolor de cabeza" nadie se mete, o nunca llegará a conocer a sus nietos —espetó Andreina, con una chispa de ternura y amenaza brillando en su mirada, que solo ella sabía combinar tan magistralmente.
Las palabras de Andreina retumbaron en la sala, siendo un audaz desafí