22. PARÍS
Ay papá, por qué tuviste que emborracharte aquella noche y acostarte con mamá, tenías que haberte casado con esa bella chica que menciona abuelo a cada rato, y darme una mejor madre que esta, que me ha despreciado la vida entera y no me ama. ¿Despertará alguna vez? Ojalá lo haga y venga a vivir con nosotros, amo a papá. Y entre más pienso y pienso, más lloro y me quedo profundamente dormida llorando. El timbre del teléfono de la casa, me despierta, está justo al lado del sofá donde me he quedado dormida, lo tomo.
— Diga.
— Bella, ¿llegaste bien hija?
Escucho la voz de mi abuelo preocupado, y es cuando me percato que no lo he llamado ni mandado un mensaje. ¡Qué irresponsable! Mima debe estarse cayendo muerta. Por lo que me apresuro a disculparme.
— Disculpa abuelo, me quedé dormida. Sí, llegué bien, muy bien. ¿Mima me dio algún somnífero? Porque dormí todo el viaje, y hasta el trayecto hasta aquí.
—Ja, ja, ja…, seguro. La conoces, teme volar. ¿Descansaste?
—Ahora sí. Oye abuelo, esta c