Al abrir la puerta de la habitación. Julia yacía en la cama, con la mirada perdida en el techo, sin expresión alguna. El corazón de Emilia se encogió. Se acercó a la cama pero no se atrevió a tocarla, temiendo lastimarla. Con voz entrecortada preguntó:
—Julia, ¿te duele algo?
Al ver a Emilia, la mirada de Julia se aclaró un poco y negó con la cabeza. En realidad, todavía estaba muy débil, sentía frío, su cuerpo dolía y su corazón parecía estar siendo atravesado por un cuchillo, pero no quería preocupar a Emilia. Emilia le acarició el cabello, se acercó y tomó su delgada mano:
—Bruno me contó que no quieres recibir tratamiento. Julia, no podemos hacer eso, el cuerpo es nuestro y debemos ser fuertes...
—Piensa en tu padre, está en el centro de rehabilitación y te necesita...
—Y nuestro estudio, es nuestro sueño, ¿recuerdas? Prometimos hacerlo crecer juntas.
—Ah, y ayer el señor Ruiz me dijo que los nuevos diseños que presentamos para Estrella y Belleza ya están listos y en el mercado, y