A las seis y media, la anciana fue enterrada y se cubrió la tumba... Una persona había desaparecido del mundo para siempre.
Julia estaba de pie en el viento frío, sintiendo una inexplicable melancolía. Miró a Andrés, que observaba el ataúd con expresión cansada.
Cuando volvieron a Villa de Oro ya eran las once y media. Julia dijo:
—Ve a dormir un poco, tienes cara de cansancio.
—Tú también te levantaste temprano, vamos a dormir juntos —Andrés tomó su mano.
Julia también se sentía algo cansada, así que asintió:
—De acuerdo.
Se acostaron y se durmieron abrazados.
Una semana después. Julia estaba ocupada en el estudio cuando Daniel llegó de visita inesperadamente.
Julia, sosteniendo una orden de compra, se sorprendió:
—Daniel, ¿has vuelto?
—Sí, el proyecto en el país Z ha terminado —Lo había hecho tan bien que el padre de Daniel lo había trasladado de vuelta al país.
Julia lo invitó a sentarse en el sofá y le sirvió una taza de té:
—Daniel, toma un poco de té.
Daniel bebió un sorbo y dejó