La expresión de Andrés se volvió fría.
— ¿Dices todo esto solo para provocarme?
— Piensa lo que quieras —respondió Julia, mirándolo a los ojos con indiferencia.
Andrés la observó en silencio por un momento, pensativo. Luego retiró su mano y se anudó la corbata él mismo.
— Bien, si no quieres hacerlo, no lo hagas. Me la pondré yo. ¿Ya terminaste de comer? Vámonos.
— Aún no quiero irme —Julia permaneció sentada sin moverse—. El paisaje de Villa de Oro es agradable. Pienso descansar una hora más.
Andrés entrecerró los ojos y su tono se enfrió.
— Julia, no sigas desafiando mi paciencia con esa actitud.
Julia sonrió.
— Solo quiero descansar un poco más. ¿Por qué lo consideras un desafío a tu paciencia?
El rostro de Andrés se fue endureciendo gradualmente. Después de un largo silencio, se marchó a grandes zancadas, visiblemente enojado. Javier lo siguió. Luz, que quedó allí, no se atrevió a decir nada. Julia permaneció sentada tranquilamente en la mesa hasta que oyó el motor del auto alejars