Capítulo 90.
Al día siguiente el Sádico llegó con la bandeja de comida y como había dicho mi amada Luna, nos quiso poner a combatir por ella.
Por supuesto cambió de opinión cuando fui hacia el cubo del rincón e hice parecer que tomaba un puño de aquello para arrojárselo a él.
La puerta se cerró rápidamente.
—Toma un poco de agua y déjame el resto. — Dije a Isabella tomando los cubiertos.
Nuestros captores comprendían la importancia de tener a sus rehenes hidratados por lo que nos dejaban una pequeña cubeta llena de agua para beber. ¿La comida? No tenía idea de qué era y por el momento no quería averiguarlo. Le di dos bocados sin saborear y le dejé el resto a la otra loba.
Ella dio unos cuantos sorbos y obedientemente me extendió el recipiente sin mirarme. No era de extrañar después de las dos bofetadas que le tuve que dar para que cooperara ayer y el pequeño moratón que lucía hoy de cuando no quiso estar de acuerdo con mi plan más temprano.
No lo disfruté… demasiado.
Lo tomé y me dirigí al extremo