Capítulo 40.
AMARA CORTÉS.
A veces me olvido de quien es, de quien soy. Me olvido hasta de lo que siento y no siento remordimientos por ello. Aaron tiene magia, es una persona con la que no necesitas fingir una sonrisa porque es capaz de hacer todo, hasta lo imposible por provocarla en ti sin ni siquiera hacer un esfuerzo.
— Me marcho, tengo que ir con los chicos a entrenar. Después vengo a recogerte.
— Oye, ni siquiera me has preguntado.
— Es cierto. Amara ¿Qué te parece si después d entrenar vengo a por ti? —Pregunta moviendo las manos de un modo muy gracioso.
— Me parece bien. —Respondo sonriente.
Introduce las manos en sus bolsillos, algo tímido y muy tierno. Nunca me había fijado pero cuando sonríe solamente se le dibuja en el rostro un hoyuelo, el otro es casi inexistente.
— Te enviaré un mensaje.
— Está bien.
Vuelve a su coche. Lo espero hasta que se marcha y me vuelvo a sentar en el porche para terminar el capítulo del libro que estoy leyendo. Me resulta curioso todo lo que Aaron es