66. Reconciliación
Ninguno de los dos supo por cuanto tiempo estuvieron así, respirando del otro, compartiendo aquel enigmático beso tan cargado de emociones. Caricias sutiles, electrizantes, ajenas a todo.
Las manos de Nick viajaban lentas por la curvatura de su espalda, mientras tanto, las de ella, se habían aferrado a su cuelo como una tabla salvavidas. No querían soltarse, no querían volver a experimentar lo que era estar lejos del contacto del otro.
Dios, se habían echado tanto de menos.
El brasileño pegó su frente a la suya, respirando agitados; los dos lo hacían. Alzó la mano para apartar un mechón de cabello dorado de sus mejillas. No quería que nada se interpusiera entre su rostro y el de ella.
— Te amo, Calioppe — le dijo desde lo más profundo de su corazón —. Te amo y me encargaré de demostrártelo cada día de mi existencia. A ti y a… — la instó a sentarse al borde de la camilla con delicadeza, tocó su vientre — nuestro hijo.
Lágrimas adornaron los ojos de la preciosa joven.
— Nuestro hij