46. Soy yo quien no va a permitir que te haga daño
Noviembre llegó.
Las cosas entre ellos seguían muy frías. La distancia que Calioppe había puesto de por medio entre ella y su marido, era algo que el brasileño ya no podía soportar, no después de conocer los sentimientos que albergaba en su corazón por su joven esposa. Ese corazón que creyó alguna vez no sería capaz de latir con tanta fuerza, mucho menos por una mujer.
Sin embargo, él se había propuesto ser paciente hasta que los investigadores le informaran lo que tanto necesitaba saber, pero ya un mes de eso y se sentía completamente frustrado.
Una tarde cualquiera, luego de haber terminado con la jornada del día, Piero; uno de los investigadores, al fin se puso contacto.
La decepción y la rabia no tardaron en llegar.
— ¿Cómo es posible que todavía no consigan algo? — preguntó, apretando el teléfono con todas sus fuerzas. Los nudillos se le pusieron blancos.
El hombre del otro lado de la línea, suspiró.
— Es difícil cuando no sabemos que estamos buscando precisamente, si nos d