47. Thiago duerme con el enemigo de su hermana
El aliento cálido del otro acarició sus mejillas. Se miraron a los ojos profundamente por un minuto entero.
— Háblame — fue él quien al fin se atrevió a romper el silencio —… por favor.
Deslizó las manos por sus brazos; arrancándole débiles espasmos por el camino, y entrelazó las manos a las de ella.
Calioppe todavía parecía conmocionada ante aquella situación, asustada. Pasó un trago doloroso.
— Es, Dios, Nicholas… es tan difícil para mí, no quiero que nada les pase — bajó la mirada, amenazada por el resquemor de las lágrimas.
— Por eso debes contármelo todo — le dijo con firmeza. Ella suspiró —. Calioppe, no puedo actuar en consecuencia si no sé a quién me enfrento.
— A un monstruo — musitó débilmente.
— Lo sé, lo sé muy bien, solo un ser tan deplorable puede amenazar de esa forma — adivinó —. Pero la detendremos.
Sus ojos azules buscaron los suyos en un intento desesperado de salvación.
— ¿Cómo?
— Escucha… — acarició sus dedos. Ella aceptó el suave contacto — he contratado