Capítulo 25. ¿Acaso nos tienes miedo?
—Por aquí, por favor —dice la recepcionista y lleva a Isabella a una de las mesas que están frente mismo al escenario.
Mientras pasan por el enorme y alargado salón lleno de gente, todos voltean a mirarla. Los murmullos no se hacen esperar. Todos quieren saber quién es la joven que viene llegando sola, en especial cuando su puesto está en las mesas principales de la noche.
Isabella se siente muy cohibida y asfixiada ante el escrutinio de aquellas personas. Hay demasiada gente y todos parecen estar pendientes de ella y de lo que hace. Debió suponer que esto iba a pasar. Se siente igual a una oveja metida en una cueva llena de lobos hambrientos.
—Este es su asiento. Disfrute del evento, señorita —dice la joven antes de dejarla sola.
Ella se sienta y hace una vista panorámica del sitio, la más disimulada posible. Hay caballeros con trajes de gala y mujeres con vestidos exuberantes por todas partes. En cada mesa hay al menos cuatro personas, excepto en la suya, que no hay nadie más que el