Capítulo 25

Terminamos el desayuno sin decir ninguna palabra más, ninguno se levantó o hizo amago de nada, como si no supieran qué hacer. Yo no sabía qué hacer.

―David, José, quiero hablar con ustedes en el despacho ―habló por fin mi papá rompiendo el incómodo silencio que nos rodeaba.

―Claro ―contestó José y se levantó de la mesa, parecía que quería escapar de allí, aunque fuera con mi papá.

David lo imitó sin decir nada. Gabriel miró a papá interrogante.

―¿Y yo?

―Tú y Ángela deben conversar ―respondió―, deben arreglar sus asuntos. ―Caminó con paso decidido a su oficina seguido por David y José.

Yo miré a Gabriel, nuestros ojos se encontraron. Se levantó y caminó hacia mí.

―¿Quieres ir a la sala? ―me preguntó.

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