Cuando traspasé la puerta del apartamento estaba tan enfadado que cerré de un portazo, sin pensar en que esa era realmente la casa de Carl, o al menos de su empresa.
- ¿¡ROSE¡!
Estaba poseído por la furia, por lo que comencé a caminar de un lado a otro hasta que mi compañera apareció, venía del dormitorio, con la cara pálida, y mirándome asustada.
- ¿Me estabas buscando?
- SI.
- Pues aquí me tienes.
- Quiero que me expliques que le dijiste a Danisa el otro día.
- No sé a que te refieres.
- Ella estuvo aquí, ¿verdad? Habíamos quedado, y como no la fui a recoger, debió de venir.
- Es posible, si, puede que viniera, no me acuerdo bien.
Me acerqué a menos de diez centímetros de su cara, la sujeté por los brazos, y aunque sabía que le estaba dejando marcas