5. El precio de la liviandad

❝ En medio de la dificultad reside la oportunidad ❞ — Albert Einsten —

Las palabras de mi padre se sentían caer sobre mí con extremada fuerza y era casi imposible de no notar que al igual que a mí esto sin dudas le había afectado.

A pesar de todo intente escucharle aunque quería tirarlo todo por la borda, sacarle por mis propias manos y a hacerle a un lado para alejarlo así de esta situación en la que él y por razón propia se estaba lanzando era lo único que quería hacer.

— Si tú lo dices padre así será — dije deseando no arrepentirme luego de haber aceptado — pues ante todo sé que si lo haces alguna razón hay de por medio, pero, perdona que me entrometa, de verdad necesito saber ¿Quién es ese hombre?

El rostro de papá se tornó algo serio ya que la pregunta en él había causado realmente efecto, por algunos segundos aquel agacho la cabeza aparentemente intentando asimilar aquella interrogante hasta que finalmente tras elevar su mirada aquel exclamó.

— Ese hombre es un viejo amigo mío, uno que aunque llevo años sin ver puedo reconocer fácilmente y a plenitud y que ya aquí y ahora por consiguiente si puedo llegar a decir que todo para ti cambiara.

— De qué hablas padre ¿Por qué para mí? — increpe confundida.

— Hablo de que ese sujeto tiene más que ver contigo que conmigo la verdad.

Desorbitándoseme los ojos de continuo apele a decir — ¡Eh! Pero cómo es eso — reclame ante la sorpresa de sus palabras.

— Esa pequeña no sería la pregunta adecuada y aunque sin dudas la hagas por ahora no puedo decir más, sé muy bien que las dudas te corroen, pero, te lo pido por favor que tengas un poco más de paciencia el tiempo todo lo aclarara.

Realmente todo en la vida cuesta y evidentemente el existir se sustenta basándonos en las múltiples pruebas que debemos de atravesar, aquellas a la larga nos otorgan un juicio claro y preciso de lo que en realidad es la vida, pero ya conmigo sin dudas ese concepto se ha superado a sí mismo con creces en más de una ocasión.

Lo peor era que aunque tal suceso parecía proporcionar un pequeño halo de luz en medio de mi total oscuridad en todo lo que representa mi inconcebible existencia e incertidumbre, lo mismo no hacía sentido la verdad.

— Entonces que si puedo preguntar al respecto, porque algo de ese hombre necesito ahora saber.

— Nada más que su nombre puedo hacer de tu conocimiento, le puedes llamar Sheis de ahí en más él deberá de decidir una vez recobre los sentidos si a ti Aysun se te hará de conocimiento quién en verdad aquel es.

Y helo allí el misterio se hacía presente a quien con menos en momentos así quisiera de paso tratar.

Papá notando mi evidente confusión no queriendo ahondar más en tal asunto tras darme un beso en la frente indicó.

— Para que puedas estar cómoda esta noche hasta que mañana pueda yo trabajar en ello, como Sheis no puede estar solo traeré mi cama y la acomodare en tu recámara aprovechando que es más grande el lugar para que por favor y te lo pido encarecidamente que lo vigiles mientras yo voy a cazar y a custodiar los alrededores.

— Es realmente necesario — pregunte segada por la molestia la cual intentaba detener detrás de una mirada indiferente.

— Sí que lo es — con firmeza replicó e instantáneamente dijo aquello aquel se alejó.

Tal y como dijo poco tiempo después aquel se encontraba acomodando las cosas en mi habitación y rápidamente tras dejar a aquel lecho dispuesto hacia un rincón próximo se marchó.

La casa sola y tan carente de vida que se percibía al papá no estar aquí hacía que en mí la perpetua nostalgia se afianzará al contemplar como aquel cuerpo inerte sobre la cama carente de toda sensación se encontraba y sin tener remedio o razón allí sin más me quedé.

De vez en cuando de aquellas cuatro paredes salía queriendo tomar un respiro, estar rodeada de tanto silencio en presencia de un extraño era algo abrumador y difícil de soportar, pero que yo podía hacer más que aguantar.

A causa de aquello termine por ponerme a organizar la leña que ya de por sí se encontraba cortada e intentando por ello tener la mente lo más ocupada posible sobre el cobertizo aún lado de mi habitación dispuesto en el exterior, acomode todos los trozos de leña antes de que hiciese más de noche por lo que por algún tiempo en aquella tarea entretenida estuve.

Durante aquello relajarme fue lo que mayormente intente hacer tanto que incluso llegue al punto de perderme del presente y de un lado a otro iba y venía poniendo todo en su lugar hasta que algo me hizo reaccionar.

De la nada la sensación abrupta de que unos ojos curiosos me contemplaban en silencio llegó a mí y mi piel por ello se erizó tanto que prácticamente de un solo clic me hizo volver al presente.

Con los últimos trozos de madera en mis manos al montón de leña causalmente organizado me acerqué acomodando por consiguiente los últimos bloques y a causa de la misma sensación hacia todos lados observé una vez me di la vuelta buscando dar con el intruso tras dar unos cuantos pasos en dirección a la espesura que al frente se encontraba y que tal vez por mala suerte la mía probablemente porque me encontraba muy despistada no pude descubrir, era eso o mi mente me hacía permanecer tan nerviosa que me hacía ver fantasmas donde no los había.

Pasado un tiempo a la casa ingresé y a la pequeña chimenea que se encuentra en aquella misma sala me acerque y por consiguiente la encendí debido a que el frío estaba empezando a azotar, así que, calentar un poco el interior de la casa necesitaba conseguir y aprovechando la ocasión sobre la brasa caliente una tetera con agua fresca coloque sin tardar.

La noche estaba empezando a caer cada vez más oscuro el cielo tornaba y ante lo inminente, antes de que los últimos rayos de luz se esfumaran encender las lamparillas alrededor de la casa igualmente me dispuse.

La última en acomodar fue la lamparilla de mi habitación lo cual aproveche para hacer una vez la coloque sobre un pequeño estante justamente encima a un costado de donde mi padre colocó su lecho para que así yo contemplara a aquel hombre pretendiendo así cuidar de él gracias a que con la habitación ya iluminada era sin dudas algo más sencillo de hacer acercándome por consiguiente a su persona.

Sentándome en el borde de aquella cama sobre su frente mi mano dispuse — está ardiendo en fiebre — dije tras percibir como las altas temperaturas se escapaban de su cuerpo.

— Necesito hacer que baje — replique en mi mente y tras ponerme de pie alejándome de él me dirigí hasta la despensa inferior alojada en aquella misma sala desde donde tomé una vasija y aprovechando la tetera que había dejado sobre las brasas llenando aquel utensilio que llevaba entre mis manos con el agua ya tibia hacia la habitación nuevamente me aproxime.

Sobre un banquillo cercano la coloqué y tomando de paso un trozo de tela desde el pequeño closet improvisado que se encuentra próximo a la puerta al interior de aquella recamara le deje caer mientras me acomodaba nuevamente en el borde de aquella cama.

Con el trozo de tela una vez lo extraje del interior de la vasija luego de deshacedme del exceso de agua fui limpiando cuidadosamente los rastros de sudor que por su frente se escurarían intentando hacer más sencillo para él aquella travesía delineando a cada paso los contornos de su rostro.

Su aspecto tan varonil estaba produciendo y eso que solo lo contemplaba bastantes estragos en mí, su rostro enmarcado por la masculinidad pura era deleitable y cada rasgo en su ser era magnífico, incluso a la simple y llana vista.

Su fina nariz armonizaba con bastante fuerza ante los demás rasgos rudos que a su rostro distinguía, la pequeña barba que cubría su mentón hacía juego perfectamente con él, sus gruesos y rojos labios parecían más que nada puertas impropias e insanas que me llamaban de una manera u otra a perderme en su ser y yo carente de juicio y razón ante ellos quería ceder.

— ¿Qué haces? Eres tonta acaso él solo es un extraño más, de esa manera debes de tratarlo — murmuré entre dientes reprimiéndome buscando batallar contra mis propios pensamientos mientras inconscientemente seguía limpiando su inerte cuerpo.

Cada vez menos entre el presente, él y el fino hilo de lo propio y de lo decente mi mente se desvanecía pérdida agonizante y deseosa.

Cada vez más y más abajo mi mano se sumergía dentro de mi propia y benevolente agonía, provocando que no me diera siquiera cuenta cuando las sábanas le retire dejándole por consiguiente bastante expuesto a la vista.

Con el trozo de tela aún empuñado, fui descendiendo desde su cuello, atravesando el centro de su pecho sumamente despacio, delineando con ello cada músculo bien contorneado que a su torso adornaba y su cuerpo cuál muralla peretne parecía ser más que nada una fortaleza impenetrable extremadamente deleitable.

Mi mano para aquel momento parecía tener mente propia y a cada segundo que transcurría parecía perderse sumergida en su desdicha.

Su ingle cuál fosa que anteponía sobre todos los medios su evidente llamado a la guerra en la cual los cuerpos carentes de sentido son sumergidos ante la puesta en escena de la lujuria dominarlos para este instante la misma anunciaba a voz en alto mi perdición cuando a pocos centímetros de mis dedos aquella ya se encontraba.

Y fue allí que ante una respuesta inconsciente quizás, que tras levantar levemente mi mirada en su dirección que pude llegar a descubrir por primera vez como sus tan fascinantes ojos grises en silencio me observaban.

Avergonzada pude sentir como el calor se me subía al rostro con rapidez, pues fue inevitable, ya que termine siendo descubierta realizando algo que se apartaba grandemente de lo casto y lo propio y a causa de aquello busque retroceder apartando mi mano de su ser, pero curiosamente antes de que yo pudiese llegar a hacerlo en pleno aire me vi vilmente capturada.

— Te tengo — indicó a aquel hombre en marcando de paso una sonrisa maliciosa en la esquina izquierda de su boca.

— ¿Qué haces? Suéltame.

— No me place hacerlo — dijo antes de tirar hacia atrás su brazo uniéndome por consiguiente a su pecho mientras nuestros labios terminaron presos de un apasionado beso que no parecía tener fin y contra el cual fuerzas yo no tenía y contra el cual gracias a la locura que me cegó por algún tiempo no parecía poder resistirme.

*** Bueno, bueno... se desató la maldad, Sheis llegó tremendo, vamos a ver si él de esta sale bien y Aysun no se desquita todo lo que este sin dudas le haga

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