Luego de haber visitado a su cuñado, Noah necesitaba ver a Emily y a su hijo, no tendría de otra salida más que arriesgarse, al llegar a la mansión el personal lo reconoció sin poner resistencia le permitieron el paso.
Al llegar al patio sus ojos se humedecieron, ahí estaban las dos personas que más amaba, su hijo caminaba detrás de una pelota, mientras que Emily lo acompañaba con una sonrisa en el rostro observando a su pequeño.
Noah se llenó de valor y caminó directo a ellos, Emily al darse cuenta que no estaban solos se sorprendió, se levantó y fijó la mirada en Noah, estaba feliz y al mismo tiempo le preocupaba su presencia en la mansión.
—Hola —saludo Emily dibujando una tierna sonrisa en el rostro.
—Hola —respondió Noah acercándose aún más—. Me da gusto volverlos a ver, no puedo seguir ausente, no quiero estar ni un día más lejos de ustedes dos.
—Sabes que no lo puedo hacer, por favor Noah entiéndelo —musitó.
—Ha crecido demasiado, ¿James cómo se comporta con mi hijo?
—Distan