Capítulo XXIV

—No es necesario que me dé explicaciones, vaya a su oficina, coja sus cosas y váyase de aquí. Queda despedida. —Victoria le clava la mirada con odio.

—Señorita Victoria, mi madre tuvo un accidente en la cocina y, sin darse cuenta, a los pocos minutos explotó un tanque de gas. —Pamela le responde con la cabeza agachada.

—Lo siento por usted y por su madre, pero eso no le exonera de haber incumplido las políticas de la compañía. Haga el favor de recoger sus cosas y váyase de aquí. —Victoria le exclama con voz fuerte.

— ¡No, señorita Victoria! Por amor de Dios, no me despida del trabajo, lo necesito para pagar las medicinas de mi madre y comprar algunas cosas que se han incinerado por el fuego. —Pamela junta las manos pidiendo misericordia.

—Ese no es mi problema. Haga el favor de retirarse, tengo muchas cosas que hacer. —Su rostro irradia una sonrisa macabra y malvada.

— ¡Le suplico que no me despida! Haré lo que sea con tal de no ser echada de aquí. Ella cae de rodillas al suelo, humil
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